Un magnicidio, estallidos sociales y la represión gubernamental en algunos países del continente parecen haber sobresaltado a Estados Unidos, que busca responder a la seguidilla de retos en una región desolada además por la pandemia de covid-19.
Tan solo en la última semana, el gobierno de Joe Biden recibió un pedido de ayuda militar de Haití tras el asesinato de su presidente, reaccionó al más alto nivel a las sorpresivas protestas antigubernamentales en Cuba y sancionó a decenas de legisladores, jueces y fiscales de Nicaragua que vincula con abusos de derechos humanos.
Todo esto marca un cambio en Washington, que en los últimos años evitaba mirar al sur del continente más allá del prisma migratorio o de la crisis en Venezuela, y pone a Latinoamérica en la agenda de temas calientes de Biden.
Cuba es un ejemplo del giro en el orden de consideraciones de política exterior de Biden, quien asumió en enero enfocado en temas vinculados a China, Rusia, Medio Oriente y el cambio climático, entre otros.
La Casa Blanca había indicado que se tomaría tiempo para revisar la política hacia Cuba, endurecida por el expresidente Donald Trump tras la histórica distensión del gobierno de Obama, que tuvo a Biden como vicepresidente.
"Un cambio de política hacia Cuba o pasos adicionales no están actualmente entre las principales prioridades de política exterior del presidente", dijo hace apenas tres meses la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.
Pero el domingo surgieron las mayores protestas en décadas en Cuba y a la mañana siguiente el propio Biden cambió el tono hacia el gobierno de La Habana, exigiéndole "que escuche a su pueblo y atienda sus necesidades en este momento vital en lugar de enriquecerse".
El miércoles, la portavoz Psaki calificó de "inaceptable" la "represión violenta del régimen" cubano contra manifestantes, que a su entender detuvo en gran medida las protestas.
De modo similar, apuntan analistas, Washington se ha visto obligado a prestar atención a otros países de la región más allá de Honduras, Guatemala y El Salvador, a los que priorizó por ser el origen del creciente flujo de migrantes hacia la frontera entre México y EE.UU.