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Aumenta la tensión ante una posible invasión de Moscú

por Redacción
03-02-2022

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Las líneas de combate del frente oriental de Ucrania están cubiertas de nieve y los cañones en silencio. Pero los francotiradores se apostan en este blanco páramo invernal.

Los soldados ucranianos que olvidan mantenerse agachados en sus trincheras, al estilo de la Primera Guerra Mundial, corren el riesgo de recibir un balazo en la cabeza.

El conflicto aquí está congelado desde 2014, cuando los separatistas respaldados por Moscú se apoderaron de partes de la región del Dombás. Los muertos suman más de 13.000 entre combatientes y civiles. Ahora los líderes occidentales advierten de una posibilidad mucho peor: una invasión rusa a gran escala de Ucrania.

De llevarse a cabo, el frente oriental sería un lugar fácil para iniciarla, con los rebeldes prorrusos allanando el camino.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió de una "clara posibilidad" de que Rusia invada en febrero y, al hacerlo, "cambie el mundo". El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, invocó los horrores de Chechenia y Bosnia. Pero la creciente preocupación internacional contrasta con las percepciones de muchos ucranianos.

"No creo que vengan los rusos", asegura una trabajadora social en el este del paí, que no quiere revelar su nombre. "Creo en mis ojos y mis oídos. En realidad, esto está más tranquilo ahora que el mes pasado. Es solo una guerra de información". Esta postura escéptica sobre la posible invasión también la reproduce con frecuencia el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.

Pero algunos aquí tienen miedo.

"Cada vez que escucho un ruido, mi corazón late con fuerza", confiesa Ludmilla Momot, una bisabuela de 64 años con una funda de oro en la punta de su diente incisivo. Momot sabe muy bien lo que Moscú y sus aliados son capaces de hacer. La que fue su casa por 30 años en el pueblo de Nevilske fue destruida el pasado noviembre por bombardeos de los separatistas. Ha regresado a Nevilske, ahora un pueblo fantasma, para mostrarnos los restos.

"Es una herida que permanecerá por el resto de mi vida", afirma, entre lágrimas, mientras observa un enorme agujero donde solía estar la puerta principal. "Tuve que arrastrarme sobre los escombros en camisón. Mis pies estaban ensangrentados. Van ya ocho años de guerra, ¿cuánto más va a durar nuestro sufrimiento?"