Carlos Ramírez
La reunión encabezada por el presidente Biden en Ginebra para relanzar el dominio militar y geopolítico de Estados Unidos sobre la OTAN y Europa pareció pasar desapercibida en México. Sin embargo, ahí se dieron elementos suficientes para entender el debate del militarismo estadounidense vis a vis el llamado militarismo mexicano.
Las denuncias negativas sobre la participación de las fuerzas armadas mexicanas en funciones legales y constitucionales permitidas han desgastado el papel institucional de militares y marinos. La comunidad analítica sigue sin entender que en México existen tres seguridades: la pública refiere afectaciones al patrimonio personal; la interior tiene que ver con la condición de estabilidad y seguridad para la inversión, el desarrollo y el bienestar; y la nacional sigue refiriéndose a la protección de las fronteras ante acosos extranjeros, antes por parte de naciones expansionistas y hoy por actividades del crimen organizado transnacional.
El primer dato que salta a la vista, según el Indice Global de Militarización 2020 que publica la Bonn Alliance for Sustainability Research de Alemania, señala que EE. UU. es el país más militarista y militarizado del mundo y que México se encuentra en el quinto nivel de militarización, considerado el más bajo. En términos de ranking México está en el lugar 138 de 151 países estudiados en tanto que Estados Unidos se localiza en el lugar 51.
Sin embargo, EE. UU. mantiene el liderazgo hegemónico, intransferible y autoritario de control sobre las políticas militares del mundo occidental definiendo su participación por la confrontación directa con países de alto grado militar del mundo comunista: China, Rusia y Corea del Norte, además de encarar al país más adelantado en términos nucleares del mundo árabe: el Irán revolucionario.
Las organizaciones sociales que se han dedicado en los últimos años a criticar de manera sistemática la participación de las fuerzas armadas mexicanas en labores de seguridad interior tienen su sede en EE. UU., pero son inconsistentes en su crítica al militarismo estadounidense. Esos organismos han callado respecto de la designación de un general recién retirado como secretario de Defensa de EE. UU., un cargo que desde 1951 le da prioridad a formatos civiles aún cuando algunos hayan hecho carrera en el sector de defensa; y tampoco no han querido mirar el papel militarista de EE. UU. vía la OTAN.
La Guardia Nacional estadounidense es una milicia que opera a nivel de cada uno de los 50 Estados de la Unión Americana, está controlada por los gobernadores y sobre de ellos opera la supervisión estricta en entrenamiento, armas y recursos del ejército estadounidense. La Guardia Nacional está colocada entre la función muchas veces rebasada de las policías estatales y de condado y la posibilidad de utilizar al Ejército en labores de contención de las protestas sociales dentro de EE. UU.
El índice de militarización de México en el ranquin mundial debiera ser una referencia para matizar el contenido crítico de la participación castrense en actividades sociales vinculadas a obras sociales determinantes y a tensiones derivadas de la capacidad de fuego y de organización de los grupos del crimen organizado. La militarización tiene dos niveles: la funcionalista como la de México --utilizar militares en actividades concretas operativas-- y la determinista que le otorgaría al país una caracterización especial del Estado.
En este sentido EE. UU. es un Estado militar de seguridad nacional, en tanto que la prioridad fundamental del presidente de los Estados Unidos es mantener la independencia de la nación y de imponer al mundo su modelo social capitalista depredador.
De ahí que haya de militarización a militarización y que se entienda que la de México no implica, como en Estados Unidos, una esencia y dirección política o ideológica del Estado. El presidente Biden acudió a la reunión de la OTAN como jefe efectivo y activo del bloque militar estadounidense mundial, lo que define el papel de dominación militarista del mundo por parte de la Casa Blanca.
La militarización estadounidense es la que debe ser combatida por las organizaciones sociales mexicanas y americanas, porque es la militarización que busca la dominación social.
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Política para dummies: la política es el ejercicio de la fuerza regulada por leyes e instituciones, en tanto que la fuerza es la política de la represión.
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