Como estaba previsto, salió humo blanco de la reunión en la Casa Blanca. Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, y el primer ministro de Irak, Mustafa al-Kadhimi, anunciaron este lunes un acuerdo para poner punto y final a las operaciones militares de combate de las fuerzas estadounidenses en suelo iraquí, un acuerdo de carácter histórico tras casi 20 años de "guerra contra el terror".
A partir de finales de 2021, los 2.500 soldados que quedan en el país asiático -no se ha confirmado cuántos volverán a casa- se dedicarán a tareas de observación y entrenamiento, sin que varíe la misión principal de las tropas estadounidenses allí: derrotar al Estado Islámico. El paso se produce semanas después del anuncio del presidente Biden sobre el retiro de tropas de Afganistán y con la confianza depositada en la capacidad del ejército iraquí de valerse por sí mismo.
Oficiales de ambos países consideran que aunque la amenaza del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) sigue latente, los entrenamientos militares de los últimos meses de las fuerzas iraquíes son prueba fehaciente de su capacidad para defenderse ante cualquier agresión. El propio ministro de Asuntos Exteriores iraquí, Fuad Hussein, señaló hace pocos días que no necesitan "más combatientes porque ya los tenemos. ¿Qué necesitamos? Necesitamos cooperación en materia de inteligencia, necesitamos ayuda con entrenamiento, y necesitamos que las tropas nos apoyen desde el aire".