Fue una 'cumbre' sin expectativas y sin resultados. El encuentro entre Joe Biden y Vladimir Putin duró entre una y dos horas menos de lo previsto porque, según el presidente de Estados Unidos, "ya habíamos cubierto mucho terreno". Tanto terreno que cupo en 140 palabras. Eso es lo que en el que ambos líderes se comprometen a embarcarse "en el futuro cercano juntos en un Diálogo de Estabilidad Estratégica", que, previsiblemente, se centrará en la reducción de sus arsenales nucleares y en la lucha contra los ataques online de los que Estados Unidos culpa a Rusia.
En el terreno de las realidades concretas, solo se avanzó lo mínimo y en el terreno más fácil: Biden y Putin decidieron que los embajadores de los dos países vuelvan a ocupar sus puestos en Moscú y Washington, después de la crisis diplomática desatada en marzo, cuando el presidente estadounidense llamó "asesino" al ruso. Al menos, en esta ocasión, Putin resumió la cumbre con dos palabras más optimistas: "Sin hostilidad".
El ruso, que lleva 21 años al frente de su país, recalcó que "no hubo necesidad de mirar a nadie a los ojos", en una referencia irónica a George W. Bush, que el 16 de junio de 2001 había dicho que había mirado a Putin a los ojos y había decido que era un hombre en el que EEUU podía confiar. Biden fue más claro. "Solo hablamos de cosas básicas, fundamentales. No hubo amenazas. Solo le hice saber a Putin cuáles son mis posiciones".