"Nadie imagina el dolor que estoy pasando en estos momentos. Nadie imagina el sufrimiento que tenemos todos en casa".
Lenier Miguel Pérez, un cubano residente en Matanzas, en el occidente de la isla, dice que no sabe cómo seguir adelante con su vida, que está "con rabia de tanto dolor".
En solo dos semanas, según cuenta, pasó de recorrer los hospitales de su provincia, en busca de atención médica para su hijo, a perder a su mujer embarazada, Lydda María Rivero, de 23 años, a punto da dar a luz a su segundo bebé (que también falleció).
"Llega una doctora de guardia y nos dice: ´El hospital está colapsado. No hay camas para los niños, solo podemos dejarlos en el pasillo a esperar a que le den altas a los que están (ingresados) para poderlos ubicar. No se sabe si es en la mañana o en la tarde o al otro día, porque todo está lleno´".
Testimonios como el de Lenier se hacen cada vez más frecuentes en Cuba, donde todo el sistema de salud es público.
La isla vive desde hace un par de meses el momento más crítico de la pandemia y una de las peores crisis de salud en América Latina.
Este 1 de agosto, el país reportó 9.279 casos, más de 94 mil personas ingresadas y unas 68 muertes por covid-19, aunque organizaciones opositoras denuncian que el número de contagios y fallecimientos es mucho mayor que el reconocido oficialmente.
En total han fallecido unas 2.913 personas según cifras oficiales publicadas hasta el 1 de agosto.