logo
header-add

Diana: la princesa del pueblo estaba sola

por Redacción
04-09-2021

Comparte en

Un vestido para el desayuno. Otro, para la misa. El almuerzo precisa un estilo nuevo. Y para la cena, cómo no, hay que volver a cambiarse. Viene todo escrito, muy clarito, en la etiqueta que acompaña cada prenda. Y si no, siempre hay algún sirviente que se encarga de recordárselo a la princesa Diana. Tampoco debería salir a pasear sola frente a la villa. Ni abrir las cortinas de su habitación o comer fuera de los horarios establecidos. “Nadie está por encima de la tradición”, le aclara el responsable del servicio real. Ella lo descubrió, lo sufrió y lo combatió. Durante buena parte de su breve vida. Y, desde luego, en el nuevo y muy esperado filme de Pablo Larraín, en competición oficial en el festival de Venecia, que imagina el fin de semana en que Lady Di se resuelve a separarse de Carlos de Gales.

El título ya es una declaración de intenciones: Spencer. Como su apellido: un sello personal exhibido frente a los robots de la realeza. Ante una familia y un entorno que se mueven como una coreografía impecable, donde hasta los cocineros se rigen por un orden militar, Diana busca ir por libre. Improvisa, como el jazz que suena de fondo al principio. Se rebela. Y desafía las reglas de un sistema que no la acepta y a duras penas la tolera. Lleva vaqueros y adora Los miserables y los restaurantes de comida rápida: inaudito. La irreconocible Kristen Stewart encarna a una princesa cada vez más sola, en un filme que es casi un monólogo: su vitalidad, sus miedos, la bulimia, las autolesiones, el amor por los hijos y la esperanza, remota, de que alguien tarde o temprano la entienda. Y, quizás, le rescate. Falleció, sin embargo, tan solo un año después del tan deseado divorcio, en un accidente de coche en agosto de 1997. El cuento de hadas, como dice el filme, terminó en tragedia.

“En este papel, me sentí viva, libre y hasta más alta”, afirmó Stewart ante la prensa. Y agregó: “Lo triste de ella es que, con lo normal y encantadora que mostraba ser, inmediatamente se sintiera también aislada. Hacía sentir a todo el mundo acompañado y reforzado por su luz, y lo único que pedía es recibirlo de vuelta”. Es probable que la actriz entendiera, al menos parcialmente, ese peso en los hombros. Al principio de su carrera, también fue encasillada: la chica de Crepúsculo. A golpes de cine de autor y papeles atrevidos, sin embargo, ha desmontado la etiqueta.