Se sabe más de su pasado que de su presente. Pero se sabe aún menos de lo que les pueda traer el futuro más cercano.
Donetsk y Luhansk, dos ciudades de la región del Donbás en el este de Ucrania cuyo territorio ha sido tomado por separatistas prorrusos desde 2014, viven momentos de inusual incertidumbre.
Han sido desde hace ocho años el campo de batalla de una guerra que ha dejado, según estimados, más de 14.000 muertos y son ahora el escenario potencial de lo que expertos y políticos occidentales temen que pueda ser "la mayor conflagración armada en Europa desde 1945".
Y es que este lunes, el presidente ruso, Vladimir Putin, decidió reconocer a los dos territorios ucranianos como "repúblicas independientes", lo que sirvió de paso previo para enviar a tropas rusas en "misión de pacificación" a las regiones.
Técnicamente, el Ejército ruso tiene ahora luz verde para entrar a un área en disputa que la comunidad internacional reconoce como parte de Ucrania.
Y Kiev, por su parte, se verá en la disyuntiva de cómo responder ante el avance de tropas del país vecino ante lo que considera parte de su territorio.
Ucrania "no tiene miedo de nada ni de nadie", afirmó este lunes el presidente Volodymyr Zelensky al pedir "apoyo claro" de sus aliados de Occidente ante el avance de Moscú.
El presidente de Ucrania acusó a Rusia de violar la soberanía de su país intencionadamente.
Desde 2019, el Kremlin ha emitido una gran cantidad de pasaportes a personas que viven en Donetsk y Luhansk y los expertos habían señalado que, al ser reconocidas ahora como independientes, Rusia podría enviar tropas al este de Ucrania con el pretexto de proteger a sus propios ciudadanos.
Las potencias occidentales temen que el reconocimiento de Putin a las zonas rebeldes abra el camino a que las tropas rusas entren oficialmente en el este de Ucrania.
Según explica el corresponsal diplomático de la BBC, James Landale, el reconocimiento es un momento crítico para la crisis que vive Ucrania, rodeada desde hace semanas por unos 150.000 soldados y artillería pesada de Rusia.
"El reconocimiento de Donetsk y Lugansk acaba con el Acuerdo de Minsk. Potencialmente allana el camino para que las fuerzas rusas entren en el Donbás", dijo Landale.
Los Acuerdos de Minsk entre Ucrania y Rusia esbozaron un plan sobre cómo poner fin al conflicto entre las fuerzas separatistas respaldadas por Ucrania y Rusia en el Donbás.
Sin embargo, las tropas rusas y separatistas controlan en la práctica solo un tercio de las regiones ubicada en el área, por lo que se desconoce si el reconocimiento implicará que Rusia también considerará parte de ellas el territorio ahora controlado por Ucrania.
Lo que fueron ciudades visitadas por el turismo internacional (e incluso algunas como Donetsk, escenario de campeonatos europeos de fútbol) se han vuelto desde 2014 dos de los territorios más (militarmente) impenetrables del mundo.
Fue en ese año cuando separatistas prorrusos ocuparon esas regiones y proclamaron de forma unilateral su independencia luego de la caída del gobierno de entonces, aliado del Kremlin, tras unas masivas protestas que tomaron la capital y luego se extendieron por varias regiones.
Ambas regiones están situadas en el llamado "cinturón del óxido" de Ucrania, por ser un área rica en minerales, principalmente acero, y las dos son testimonio del pasado soviético y de las divisiones que dejó.
Están ubicadas en una cuenca en la frontera con Rusia, en la orilla norte del mar Negro, hogar de vastas reservas de carbón, y por su ubicación geográfica, constituyen una ruta de acceso natural hacia Crimea, la península ucraniana anexada por el Kremlin en 2014.