El 1 de diciembre de 1994, Ernesto Zedillo Ponce de León tomó protesta como presidente de la República. No era el delfín de Carlos Salinas y no estaba en sus planes transexenales. Ese día culminó el poder presidencial de uno de los mandatarios que presumían haber llevado a México a la modernidad a pesar de la conspiración y el sabotaje continúo de la “nomenclatura echeverrista” que dominaba su partido, el PRI.
Un año antes, en los círculos de análisis de la Secretaría de Gobernación circulaba un libro llamado “Presidente sustituto”, el cual teorizaba sobre la eventual renuncia de un presidente en funciones incapaz de hacerle frente a los retos de la nación. Un año antes, la disputa de dos organizaciones criminales provocaron en Guadalajara el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. Un año antes, La Jornada y otros medios habían dado cuenta de que habría grupos guerrilleros en el estado de Chiapas. Y durante los meses anteriores todo se fue descomponiendo por el ascenso violento del crimen organizado, los grupos de presión política y empresarial, la radicalización de los excluidos y ninguneados por su gobierno. Lo contextos no matan, pero irrumpió el EZLN, la clase política se hizo bolas con el candidato preferido y asesinaron a Luis Donaldo Colosio y con ello también el proyecto transexenal.
Lo demás es historia de venganzas. Zedillo metió a la cárcel a Raúl Salinas, provocó el exilio del ex presidente a Cuba y a Irlanda, los salinistas fueron poco a poco desterrados, apagados y renunciados. Y así, la dialéctica de la historia; el azar y la casualidad; la teoría del caos y el albur que no tiene palabra de honor.
Regresamos a 2023. 30 años después.
Es un hecho que las pre campañas por la presidencia de la República están en marcha. Hay una abierta disputa por el poder en las alianzas de Morena-Partido Verde y PT, y ahora también en la que forman el PAN-PRI y PRD. Los presidenciables de todos los signos políticos realizan mítines, asambleas, reuniones, transitan terrestre o vía aérea por varias plazas públicas de la República en busca de simpatías y votos de confianza.
La calentura político-electorera está subiendo de nivel. Todos los días, en casi todos los rincones del país, hay actividad pública de aspirantes a cargos de elección popular.
Sin embargo, la agenda de riesgos por inseguridad y violencia parece no está siendo revisada como se debe y, aunque por ahora todo parece marchar en relativa calma, los focos de alerta deberían tenerlos encendidos todos, porque no es una situación inédita, ni fácil, ni superable lo que parece ser ya una escalada en varios puntos del país.
He aquí un listado de eventos violentos de alto impacto mediático ocurridos en poco menos de dos semanas…
Un coche bomba en Celaya estalla en Celaya, dejando al menos a diez guardias nacionales heridos. En Guanajuato, la disputa mortal entre el CJNG, el CDS y el CSRL no amaina por el control de los jugos negocios del tráfico de drogas, la trata de personas, el huachicol y el robo de transporte de carga. Cada semana, la entidad sufre atentados y masacres, sin que el gobierno estatal o la federación hagan algo para contenerlas.
En la ruta Ocozocoautla a Tuxtla Gutiérrez, 16 funcionarios de la Secretaría de Seguridad de Chiapas fueron privados de su libertad durante cuatro angustiosos días, por sicarios del CJNG quienes demandaban el cese de tres funcionarios de dicho cuerpo policiaco por presuntamente estar al servicio de su principal bando rival; el Cártel de Sinaloa. En la entidad sureña, como hemos comentado, seis bandas delictivas se disputan el territorio para el tráfico de drogas, personas, maderas preciosas, animales en peligro de extinción, y además han provocado nuevos desplazamientos de pobladores y la advertencia del EZLN de una “guerra civil” por la reactivación de sus milicias que se preparan para contener a los grupos paramilitares.
En el norte, la alcaldesa de Tijuana, Monserrat Caballero, anunció la semana pasada que se instalaría a vivir en el cuartel militar del 28 batallón de Infantería ante las amenazas del crimen organizado que opera en la Baja California, donde, según reportes de agencias de los Estados Unidos han incautado la mayor cantidad de fentanilo en farmacias y laboratorios clandestinos al servicio de los cárteles de Tijuana- Nueva Generación y de Sinaloa.
También en el norte, pero del lado de Tamaulipas, ayer destacó que el atentado fallido contra el secretario de Gobierno, el segundo al mando después del gobernador Américo Villarreal, en una entidad que ya sufrió el asesinato de un candidato a gobernador y el encarcelamiento de dos ex mandatarios por haber pactado con el crimen organizado. Más allá de las disputas políticas entre el panismo desplazado del gobierno estatal y el neo morenismo integrado por ex priistas, en el estado dos organizaciones criminales poderosas como el Cártel del Noroeste, ex Zetas, y el Cártel del Golfo son quienes tienen una disputa sin tregua, a la cual estaría sumándose el CJNG.
En Chilpancingo, Acapulco, Taxco y la Tierra Caliente los grupos locales del crimen, pero alineados a la Familia Michoacana, al CDS o al CJNG mantienen mismas tácticas de extorsión y estados paralelos para imponer cuotas, precios a productos básicos, transporte público o venta de cerveza. La semana pasada también hubo tortilleros ejecutados en la ciudad platera del sur, provocando el cierre masivo de tortillerías y taquerías. Mientras que un líder del Partido Verde y varios periodistas han sido asesinados.
La violencia también toca las puertas en la Ciudad de México. Además de las ejecuciones cotidianas entre las disputas de la Unión Tepito, la Fuerza Antiunión, la presencia del CJNG y el CDS, la llegada de la nueva Familia Michoacana a disputarle el negocio del despojo al Cártel de Tláhuac, dos eventos alertaron a la población: la balacera en la terminal de Taxqueña en el sur y el asalto a una joyería en Polanco, la zona más videovigilada y vigilada de la capital.
No es por asustarlos, pero según datos del Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública ya van en el sexenio 159,441 homicidios dolosos y en lo que va del 2023, al cierre de junio eran 15,439, de los cuales 2, 303 fueron del mes pasado; casi 77 ejecutados por día.
Así las cosas, sería bueno que más allá de discursos de buena voluntad, los presidenciables y sus equipos realmente trazaran una oferta propia de estrategia contra el crimen. Los datos duros son muy negativos, aunque el festivo discurso oficial quiera vendernos lo contrario.
Y conforme avanzan las campañas, los riesgos aumentan para todos los aspirantes a puestos de elección, tanto por su seguridad personal como por la posible coacción que hicieran los grupos delictivos. No pinta fácil el ambiente que se respira fuera de Palacio Nacional y de los entusiastas equipos de pre campaña.
+ Xóchitl, la candidata del presidente López Obrador; no quedó duda de que ella fue seleccionada por el mandatario para representar su némesis. Y ahí están los resultados, dos semanas con Xóchitl Gálvez ocupando las primeras planas nacionales y regionales; cientos de plumas a favor y en contra, pero hablando de ella; ni qué decir de las redes sociales, donde tiene varios trending topics. Una cargada de propagandistas criticándola y haciéndola aún más grande y hasta víctima de un “racismo-clasismo de clóset” de supuestas mentes progres. En pocas palabras, gracias AMLO y al equipo de propaganda, ahora Xóchitl es un fenómeno mediático, al cual aún le falta cruzar el lado terrenal y demostrar que también puede ser fenómeno de masas, algo que es complicado con los incómodos acompañantes que tiene detrás de sí.
+ Y las corcholatas desaparecieron, entre fuego amigo y guerra sucia de “los idiotas con iniciativa”. El efecto Xóchitl también borró a las corcholatas de la comentocracia y del ruido estridente de las redes sociodigitales. Por ello, es que ahora hablan más de los contenidos de las guerritas sucias (misóginas, antisemitas, mala leche) contra Sheinbaum y Marcelo que de las propuestas.