El caso Noroña y los partidos asociados
Federico Berrueto
El presidente López
Obrador con toda claridad dijo este martes pasado: el acuerdo referente a los
premios para los no ganadores del proceso interno para seleccionar candidato
presidencial aplicaba a los integrantes de Morena no a los del PVEM y PT, es
decir, a los senadores Manuel Velasco Coello y Gerardo Fernández Noroña. Hace
sentido, AMLO es líder moral de Morena, el proceso fue organizado y ejecutado
por Mario Delgado, su dirigente. Si se aplica la lógica partidista, López
Obrador y la virtual presidenta tienen razón, más allá de la opinión que
merezca el afectado e inconforme. Sería absurdo que los coordinadores
parlamentarios de la mayoría provinieran de partidos distintos al que más
legisladores obtuvo.
La situación revela
la compleja relación de los partidos asociados a Morena. En algunos casos se
asimilan a lo mismo, en otros están claramente diferenciados no sólo por los
casos en que compiten de manera independiente, como la elección de gobernador
en San Luis Potosí o de legislador, sino porque la historia, las agendas,
estructuras y objetivos son diferentes. Relevante porque Morena tiene claridad
sobre el futuro; la hoja de ruta es la iniciativa presidencial de reforma
constitucional, que no es la del PVEM y PT, al menos no en todo.
La coalición que
conforman Morena, PT y PVEM fue electoral y en muchos temas existe consenso, no
en todos, tanto que la asignación de diputados por la representación se realiza
por partido no por coalición, que permite al conjunto de la coalición una mayoría
calificada muy sobrada. El pragmatismo y el interés de sus dirigentes permite
que las iniciativas presidenciales se resuelvan sin mayor resistencia, con la
excepción de la electoral cuando se afectan a las minorías.
López Obrador
integró su gobierno, definió su agenda y resolvió procesar la sucesión a partir
de su propio criterio. Morena aceptó sin reserva alguna y también los
legisladores y dirigencias de los partidos asociados. De hecho, muchos de los
diputados y senadores eran en realidad militantes de Morena, sólo que
compitieron por el PES y PT para darle vuelta al límite de la
sobrerrepresentación. El mismo Mario Delgado fue electo por el PT, al igual que
Ricardo Monreal en su momento.
Gerardo Fernández
Noroña seguramente es más afín a Morena que al PT, del que fue propuesto
precandidato presidencial, partido muy afín a López Obrador, no así el PVEM,
que seis años atrás suscribió coalición con el PRI. Sin embargo, los dos
partidos son aliados imprescindibles en el sentido de que la aprobación de las
reformas requiere su participación. Morena carece de mayoría absoluta en la
Cámara de Diputados desde 2021 y no la alcanzará en la siguiente legislatura.
Si prosperara la exclusión de la pluralidad, en 2027 podría lograr por sí mismo
80% o 90% de las curules.
Claudia Sheinbaum
integra el gobierno a partir de su visión del gobierno y de los factores de
influencia. El más poderoso, sin duda, López Obrador, que no significa sumisión
o cohabitación en el ejercicio del poder presidencial, cargo unipersonal. Los
designados son responsables ante ella y corresponde a la futura presidenta determinar
la manera de ejercer el gobierno, a nadie más. El PT y PVEM tienen su espacio,
pero no son factor mayor porque el voto de sus legisladores no atiende a la
línea partidaria. Impensable un voto diferenciado de diputados y senadores por determinación
de sus partidos, un intento así significaría una migración hacia Morena y
dejaría al descubierto la sobrerrepresentación mayor a los 8 puntos previsto en
la Constitución.
El PT y PVEM gozarán
de trato privilegiado del poder, como durante los pasados seis años. Sus
dirigentes están ocupados más en las ventajas personales que en los intereses
de la organización. Además, su agenda electoral, especialmente la del PVEM, ocasionaría
se repitieran casos como la elección de gobernador San Luis Potosí y recientemente
Hidalgo, donde compitió contra Morena. Sin embargo, el poder cohesiona y la
inercia más poderosa significa actuar de acuerdo con la línea política que se
origine en la presidencia de Claudia Sheinbaum, siempre y cuando no afecte el
interés de tales partidos, como eliminar la representación proporcional en la
integración del Congreso, ya que los volvería prescindibles y su viabilidad
descansaría en la gracia de la mayoría de ofrecerles candidaturas a legislador.