Los contagios y muertes se disparan, mientras el oxígeno escasea y no hay vacunas suficientes. La mala gestión de la pandemia provoca el cese del ministro de Sanidad mientras el país, paralizado por la crisis política, pide ayuda internacional.
Sentado, hablando por teléfono a las puertas del centro sanitario, el director del hospital público de Mateur (en la región tunecina de Bizerta), se derrumba. Su llanto llama la atención de Sufien ben Aisa, un periodista del medio local 'Mateur Lelkol', que le filma con su móvil y le pregunta qué le pasa. Empapado en lágrimas, el doctor cuenta que lleva una hora esperando un camión con suministros de oxígeno que no llega, vital para la supervivencia de los alrededor de 40 pacientes de Covid del hospital.
Las familias de los enfermos se agolpan en las inmediaciones del hospital. Ben Aisa capta su su inquietud y desesperación, a la espera del oxígeno. "Volví la cabeza y vi al director del hospital envuelto en llanto, diciéndonos que no tenía más oxígeno y que perdía a sus pacientes", describe el periodista. El doctor, aún con sus guantes sanitarios puestos, hunde su cabeza en sus manos. La angustia del médico, difundida en las redes sociales, se ha vuelto viral y ha desatado una ola de reacciones sobre la situación de Túnez, que sufre su peor ola de Covid-19 desde que estalló la pandemia.
En las dos últimas semanas los casos de contagios por coronavirus se han disparado en el país norteafricano, donde las vacunas escasean, la población que ha recibido la pauta completa sólo alcanza el 8% y no se respetan las normas de distanciamiento social. En este estallido, el número de muertes crece cada día, a una media por jornada de 160. La tasa de mortalidad es "la más elevada" de la región, advirtió la Organización Mundial de la Salud, y una de las peores de África.