Día grande en Eslovenia. Día grande, al menos sobre el papel, para su primer ministro, Janez Jansa. Después de meses forzando la máquina, buscando los límites de Bruselas, aumentando las provocaciones y los ataques y flirteando con la versión iliberal de la democracia inspirada por alguno de sus aliados más cercanos, la plana mayor de la Comisión Europea ha celebrado este jueves a unas decenas de kilómetros de Liubiana el lanzamiento de la presidencia temporal de la Unión. Una foto de familia de un Gobierno nacional y 27 comisarios, con una rueda de prensa junto a la presidenta Ursula von der Leyen y un regalo adicional bajo el brazo: la aprobación hoy mismo del plan de recuperación con una inyección en los próximos años de hasta 2.500 millones de euros.
La UE tiene muchas instituciones pero además, cada seis meses un país diferente preside la Unión. No dota de poderes políticos, pero deja en manos de cada capital la gestión de la agenda en el Consejo de la UE (los ministros de todos los ramos) y la negociación de los dosieres junto a la Comisión y el Parlamento. El próximo semestre será Jansa el que controle los ritmos, el que redacte borradores, el que busque consensos y unanimidades. No es más fuerte oficialmente, pero sí queda algo más blindado y con una ventana al mundo para colocar sus ideas y empujar sus prioridades. En sus manos, por ejemplo, está sacar adelante el papeleo necesario y gestionar la aprobación por parte de los responsables de Finanzas de las evaluaciones de los planes que ha hecho la Comisión. Si lo logran en unas semanas, antes de agosto, el dinero empezará a fluir hacia Madrid o Lisboa, por ejemplo.
Las dudas son muchas y poderosas. En el último medio año Jansa se posicionó claramente con Donald Trump y arremetió contra Joe Biden antes de su jura como presidente. Ha cargado, repetidamente, contra periodistas y medios de comunicación, en casa y en Bruselas. Ataca e insulta regularmente a sus críticos en las redes sociales y ha aumentado la presión sobre ONG's y partidos de la oposición. Está considerado por un buen número de sus colegas del Consejo Europeo como un aspirante a Viktor Orban, pero sin el mismo peso y talento. Esta misma semana, la responsable de la Fiscalía Europea, ha recordado y denunciado que Eslovenia es el único país que no ha nombrado un fiscal para el organismo, por lo que los delitos que se hayan podido cometer desde el 1 de junio en el país, y que estén bajo el paraguas de investigaciones comunitarias, pueden quedar en el aire. Una jugada especialmente delicada ahora que la Comisión Europea ha aprobado el plan de recuperación de Eslovenia, que incluye 2.500 millones de euros, y cuya supervisión efectiva está en entredicho.
Por eso se esperaba con interés la visita del Colegio de Comisarios a Liubiana y qué mensajes saldrían, pues estas citas son delicadas diplomáticamente. Jansa puso su mejor cara, el lado más amable y europeísta, elogiando a la Comisión, a Von der Leyen, su papel en la vacunación del continente y festejando que en 2021 se celebra el 30 aniversario de su independencia. "Hay en Bruselas una presidenta que entiende lo que pasa y las consecuencias, muchas gracias", dijo a Von der Leyen, calificando de "golpes de genio" algunas de sus decisiones durante esta legislatura y aplaudiendo su liderazgo. Admitiendo incluso algunos de los problemas más serios y pidiendo ayuda para hacerles frente.
La alemana respondió con cautela en su primera intervención, con palabras muy genéricas y apenas dos referencias muy veladas, identificables sólo para los más cafeteros. Dos menciones a la "financiación de los medios de comunicación" y el respeto a "todos los partidos políticos". Lo primero porque los medios públicos eslovenos están en pleitos con el Gobierno, que no está cumpliendo sus obligaciones y tiene bloqueada la ayuda pactada. Lo segundo, por los ataques a la oposición.