Cuando aumentó el flujo de clientes al restaurante familiar Pineapple Grill en Texas, Pomai Uyehara se encontró en serios aprietos: no podía conseguir suficientes trabajadores.
Fue entonces cuando se le ocurrió ofrecer un bono de US$300 para el puesto de cocinero y uno de US$150 para los camareros, además de otros incentivos monetarios según el desempeño laboral.
Ese mismo tipo de ofertas para atraer empleados están por todas partes.
No solo han tenido que subir los salarios, sino que además las compañías están ofreciendo el pago de carreras universitarias, seguros médicos, horarios más flexibles, bonos y hasta dinero solo por asistir a una entrevista.
Es que a medida que avanza la recuperación económica, los negocios necesitan más trabajadores.
Tanto es así que las vacantes de empleo en junio alcanzaron un récord de 10,1 millones, según cifras del Departamento de Trabajo.
Los que tienen más urgencia de conseguir mano de obra son los restaurantes, hoteles, cadenas de comida, supermercados, negocios de comercio minorista y la industria del esparcimiento.
"Ahora estamos rezagados respecto a nuestros pares en la participación de la fuerza laboral, que no es donde queremos estar como país", dijo el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en una audiencia del comité bancario del Senado a mediados del julio.
"Necesitamos trabajar como sociedad para asegurarnos de que las personas encuentren el camino de regreso a la fuerza laboral".
En el centro del debate sobre las razones que explican el fenómeno hay dos grandes posturas.
Los que creen que las personas no quieren trabajar porque prefieren vivir de los beneficios sociales que entrega el gobierno a los desempleados a raíz de la pandemia (US$300 a la semana).
Y los que plantean que el tema es mucho más complejo.