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Fuente Minerva

por Nuño Leal
16-06-2021

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Adelantando vísperas

Envalentonado por los resultados obtenidos en Jalisco y en la elección para gobernador en Nuevo León, Enrique Alfaro levanta la mira y proyecta escenarios futuristas para 2024. Teniendo la certeza de que en el último trienio de su gobierno no tendrá sobresaltos internos al tener el control del Congreso del Estado, de las presidencias municipales de la Área Metropolitana de Guadalajara y una oposición de MORENA dividida y sin conducción, Alfaro parece estar dispuesto a dar el primer paso en sus aspiraciones presidenciales.

Sus flamantes diputados federales con importantes vínculos empresariales empezaran a manejar su perfil entre los hombres de negocio a nivel nacional. Horacio Fernández, Manuel Herrera y Mauro Garza se apuntan para esa tarea. En los próximos días estará pronunciándose por un nuevo pacto fiscal, asumiendo para la tribuna un discurso federalista y de apoyo a los Estados para obtener reflectores nacionales.

En privado afirma que la decisión de Movimiento Ciudadano de ir solos en la pasada elección federal y estatal ha generado la posibilidad de construir para el 2024 una tercera vía electoral que pueda colocarse entre los Morenistas y los partidos tradicionales. La realidad es que sí Alfaro abre la puerta para caminar en la dirección del 2024, mucho cuidado debe tener porque en ese largo laberinto existen muchos heridos, “muertos vivientes”, cuentas pendientes y narrativas por descubrir que pueden convertirse en un prematuro dolor de cabeza para el gobernante jalisciense.


Mirando desde lejos

Mientras que el terreno emecista aun no acaban los festejos y muchos dentro de sus filas se ponen a tejer sueños e ilusiones, en el campo de MORENA las cosas no parecen arreglarse. La disputa por la dirigencia estatal del partido de la 4 T será de pronóstico reservado. Con los ánimos caldeados por la derrota, Alberto Uribe y Carlos Lomelí mueven sus fichas para quedarse con el partido, lo que polarizará la rivalidad de ambos personajes.

Liderazgos como los que representan las próximas diputadas federales, Claudia Delgadillo y Rocío Corona pueden ayudar a generar un revulsivo en las filas morenistas y sacar a ese partido de la actual situación de entrampamiento y divisionismo.

Discreto pero muy puntal, Sergio Chávez, el único morenista que ganó en el área Metropolitana de Guadalajara, poco a poco, va a hacer valer sus activos y buscará jugar un papel más intenso en MORENA.

Descabellado e impensable hace unos meses, pero azuzado por reconocidos expriistas, Sergio Chávez va a empezar a suspirar por Casa Jalisco, sus patrocinadores buscarán crear desde Tonalá una narrativa de contraste que compita con la de Pablo Lemus construida desde Zapopan y Guadalajara.

Desilusión y frustración

La llegada de Yeidckol Polevnsky a Jalisco causo nerviosismo en Casa Jalisco y enormes expectativas en los distintos grupos de MORENA. Desde Casa Jalisco se esperaba un duro encontronazo con Polevnsky, sus discursos incendiarios contra Alfaro, su personalidad inclinada a favor de polemizar y debatir los asuntos públicos y su carácter de luchona y mediática, apuntaban a que veríamos largas jornadas donde el Alfarismo sería atrincherado en una andanada de golpes de la flamante delegada de Morena.

Por otra parte, las diversas expresiones locales de MORENA veían en una expresidenta nacional y en sus blasones de conducir a ese partido al triunfo de la elección presidencial de 2018, como una garantía de eficiencia y eficacia política para llevar al partido a ganar en Jalisco.

Sin embargo, las cosas no salieron como se esperaban. Hoy, Yeidckol se encuentra aislada, arropada solamente por el grupo de Carlos Lomelí, distante de los liderazgos de Uribe y Alberto Maldonado que se quejan de su falta de apoyo en sus campañas, señalada por otros excandidatos que padecieron su ausencia de respuestas en campaña y ahora metida en una novela de dimes y diretes con Claudia Delgadillo.  Muy seguramente su intervención por su favorito para ocupar la dirigencia estatal de MORENA será la gota que derrame el vaso de una presencia poco afortunada.