RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
En la historia del México posrevolucionario han existido una serie de personajes políticos que dejaron huellas por sus abusos, violaciones de derechos y, principalmente por el saqueo que cometieron en las entidades que gobernaron.
Son personajes políticos que en el pasado fueron marcados por los decires de la gente, pero no por sentencia judicial alguna que los obligara a devolver lo sustraído o los condenara a prisión.
Nombres hay muchos como Gonzalo N. Santos, Rubén Figueroa Figueroa, Rafael Camacho Guzmán, Óscar Flores Tapia y otros más, que se pierden en el tiempo y la distancia de sus hechos.
Sin embargo, todos ellos actuaron en tiempos distintos y, tal vez, las nuevas generaciones no sepan de ellos o no recuerden sus historias.
Por eso es curioso que en una sola administración sexenal hayan ocurrido una serie de latrocinios por parte de los gobernantes que cometieron todo tipo de atropellos, desvío de recursos, enriquecimiento ilícito, abuso de autoridad, relación con la delincuencia organizada y muchos ilícitos más.
Se trata de la generación dorada, aquella que fue considerada por los priistas y el entonces Presidente Enrique Peña Nieto como los jóvenes priistas del futuro.
La ahora mítica y legendaria fotografía en la que el Ejecutivo federal se reúne con los 32 gobernantes del país es recordada por que en ella se retrata a varios de los ex gobernadores que hoy se encuentran en la cárcel, estuvieron en ella o están próximos a estarlo.
Roberto Borge, Quintana Roo; Javier Duarte, Veracruz; Guillermo Padrés Elías, Sonora y César Duarte, pisaron la cárcel y los dos primeros siguen en ella, mientras el último se mantiene a la espera de ser extraditado.
Ahora toca el turno a Roberto Sandoval, Nayarit, quien cuenta con una orden de aprehensión, librada en su contra por los delitos de peculado y ejercicio indebido de la función pública.
Como en los casos anteriores los de Sandoval en sus tiempos de gobernante eran un escándalo, sus lujos y extravagancias eran sumamente conocidos, sin que la autoridad hiciera algo para iniciar una investigación en su contra.
Su rancho, sus caballos, sus viajes a peleas de box en el extranjero, sus francachelas con cantantes y artistas del momento fueron publicadas una y otra vez, sin que nadie pusiera atención en el tema.
Sucedió lo mismo que con Javier y César Duarte y Roberto Borge. Los excesos cometidos eran publicados y comentados a voz en cuello, sin que sucediera nada.
Esa generación de gobernantes lucró con el poder y con el erario, para beneficiarse ellos, sus familiares y amigos, de una forma escandalosa, siguiendo los pasos de lo que ocurría en la administración pública federal, donde nadie puso freno a las ambiciones personales y de grupo de los principales actores políticos.
Lo que hace la mano, hace la tras, sentencia el viejo adagio que los participantes en la administración sexenal de Peña Nieto siguieron a “pies juntillas” y dejaron en claro que quería asegurar su futuro y el de varias generaciones de sus descendientes.
El escandaloso saqueo fue desenfrenado, sin que nadie se atreviera a censurarlo o investigarlo, actuando cuando las cosas se salían de control y ya no se podía ocultar.
Si desde la Presidencia de la República y las principales secretarías se actuaba de esa forma en el otorgamiento de contratos, en la mayoría de los gobiernos estatales se actuaba de la misma manera, sin pausa alguna.
Abuso tras abuso, desvío de recursos, concesiones y pagos a obras no realizadas y las autoridades encargadas de la vigilancia, simplemente se encontraban al servicio de los poderosos.
De aquella generación “dorada” de gobernadores, algunos escabullen el bulto, otros prefirieron alejarse de la actividad política, ya que entre menos visibles sean, menos posibilidades de ser acusados tienen (según creencia de ellos).
La realidad es que las autoridades no han sido las que han actuado en contra de los ex gobernadores, sino sus sucesores, los que llegaron con ánimo revanchista. Roberto Borge le cerró el paso a Carlos Joaquín; Miguel Ángel Yunes le cobró cuentas del pasado a Javier Duarte; Javier Corral anunció que le pasaría factura a César Duarte y Claudia Pavlovich hizo lo propio con Guillermo Padres.
El tiempo ha pasado y hay ex gobernadores que siguen con gran temor de que en breve sus sucesores les pasen las cuentas pendientes.
¿Quiénes serán los próximos en caer?
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