Hacia una nueva política criminal
Este jueves 4 de julio la presidenta electa Claudia Sheinbaum presentó la tercera parte de su gabinete. De primera mano se puede observar la continuidad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pues Rosa Icela Rodríguez será secretaria de gobernación, y Ariadna Montiel repetirá en la secretaría de Bienestar.
En la secretaría de Educación despachará Mario Delgado, hasta ahora presidente nacional de Morena, y que ya tuvo esa experiencia durante el gobierno de Marcelo Ebrard en el Distrito Federal. Por un lado parece un premio por la operación de las elecciones, pero por otro podríamos pensar en el corte ideológico que se le dará a la política educativa en el siguiente sexenio.
La noticia que más destaca es el nombramiento de Omar García Harfuch como titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, tras su experiencia en la Ciudad de México y en el gobierno federal en sexenios anteriores.
Y es la nota más destacada porque la posición es estratégica, y parece que Sheinbaum logró imponerse al obradorismo. El propio García Harfuch ha planteado que ejercerá como Senador antes del inicio del gobierno de la primera presidenta, y presentará diversas iniciativas encaminadas a la seguridad pública.
La más destacada es una estrategia para unificar los productos de inteligencia de diversas dependencias como el ejército y la marina, la Fiscalía General de la República, entre otras, para generar productos accionables que contribuyan al combate a la delincuencia. Su propuesta recuerda a la coordinación de la comunidad de inteligencia en Estados Unidos, que si bien tienen una relación complicada entre agencias, al final existen mecanismos de coordinación para alcanzar objetivos comunes.
El problema de la inseguridad en México requiere soluciones efectivas de combate a la violencia, además de programas sociales que contribuyan a la reconstrucción del tejido social. Pero más allá de la planificación, se requieren perfiles preparados y con amplia experiencia, que sepan tanto estrategia como operación en campo.
Omar García Harfuch cumple con estas características. Y si bien su nombramiento puede ser polémico, y causar rechazo en ciertos sectores, lo cierto es que nadie puede cuestionar que el próximo secretario de seguridad federal tiene conocimiento y experiencia técnica, y no es un improvisado político.
La tercera parte del gabinete de Claudia Sheinbaum es una mezcla de técnicos y políticos. Da muestra de una continuidad política del obradorismo, pero también que ciertos aspectos estratégicos van a cambiar. Esperemos que el problema de la inseguridad y violencia en México empiece a atenderse sin improvisaciones y con un enfoque profesional de cambio a la política criminal.