El pez por la encuesta muere o la antidemocracia de Córdova
Si la democracia es lo que pudiera considerarse como la ley de hierro de la mayoría, entonces el Instituto Nacional Electoral debe aceptar las modificaciones que el poder legislativo está preparando para mejorar su funcionamiento y adecuarlo a las nuevas circunstancias políticas del país.
Pero ocurre que la democracia Lorenzo Córdova Vianello ajusta y acomoda las circunstancias a sus propios intereses: como consejero presidente ordenó una encuesta que llevaba la consigna de concluir que es la reforma propuesta por el presidente López Obrador era inviable y antidemocrática, pero he aquí que el resultado fue inesperado: más de tres cuartas partes de los encuestados apoyaron los principales puntos de la reforma lopezobradorista y ahora el consejero presidente sale con la batea de que se haga la democracia en los bueyes del compadre y se niega a acatar el resultado del sondeo.
El problema que enfrenta el consejero presidente en retirada –termina su gestión institucional en abril del año 2023– se localiza en un hecho inocultable: el Instituto electoral se convirtió en un aparato político-ideológico de una corriente de funcionarios que están violando las reglas de la democracia, puesto que aplican un modelo de previsión de posibles delitos que aún no se cometen si se cambian las reglas del juego y por lo tanto impone decisiones antidemocráticas tomadas por la mayoría democrática legislativa.
La historia negra del INE está plagada de fraudes electorales, irregularidades presupuestales y el aislamiento del organismo en nombre de la autonomía de funcionamiento, pero como organismo del Estado tiene la obligación de rendir cuentas políticas y presupuestales.
El INE se ha convertido en un organismo autoritario unidireccional y excluyente de pensamientos políticos, pues condena al populismo al cadalso bajo la suposición de que es una dictadura, cuando en realidad el fundamentalismo democrático raya justamente en una dictadura excluyente de todo aquello que no coincide con las opiniones de la mayoría que controla el Instituto.
La encuesta encargada por el INE hace cuatro meses dio resultados que, de manera antidemocrática, autoritaria y dictatorial, el consejero presidente ocultó para evitar que la sociedad conociera el apoyo social a los objetivos de reforma electoral del presidente López Obrador para terminar con el Instituto como un aparato autónomo controlado por una burocracia política de funcionarios que se repartían el presupuesto y se negaban a acatar las reglas de la mayoría que impuso en el Congreso una ley de austeridad para todos los funcionarios públicos.
La encuesta escondida por el consejero presidente Córdova Vianello ilustra el modo autoritario y dictatorial del funcionario para manejar el Instituto a capricho personal y no en función de equilibrios políticos y de poder en el sistema de partidos. Una vez que el periódico La Jornada difundió la existencia de la encuesta secreta y ahora maldita, el consejero presidente volvió a hacer de las suyas con su dialéctica jurídica-unamita-priista de que una cosa es una y otra cosa es otra y que los tiempos políticos y circunstancias modifican percepciones.
Sin embargo, en lugar de ordenar otra encuesta para evaluar con mayor profundidad la percepción social sobre la reforma electoral, Córdova Vianello dijo que la anterior encuesta no servía porque había sido levantada en un ambiente de escasez informativa, aunque al INE le urgía tener una encuesta que tuviera resultados contrarios a la propuesta del presidente López Obrador y no que se ajustará a un escenario de sondeo de opinión pública más profesional. Es decir, Córdova Vianello rompió con todas las reglas de realización de encuestas que tiene el INE para sondeos electorales y quiere desechar una consulta demoscópica que va contraria a sus ideas autoritarias de imposición de un modelo democrático basado en los criterios tradicionales del PRI y el PAN.
La forma en que Córdova Vianello ha estado manipulando la encuesta sobre la percepción social respecto de la reforma ya le ha restado aún más autoridad moral al consejero presidente para seguir presentándose como el adalid de la democracia tradicionalista.
Después de haber insultado a la comunidad indígena con burlas que debieron haber provocado su caída en el 2015, ahora Córdoba acumula más irregularidades que debieran llevar a su relevo anticipado para evitar que la reforma electoral siga siendo víctima de manipulaciones interesadas de la burocracia electoral.
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