Es verdaderamente irritante e hilarante que varias
medidas llevadas a cabo por López Obrador sean tachadas
de propias de una dictadura, la cubanización o hasta el
principio del comunismo.
Más que en ese grupo se encuentren columnistas
importantes de medios que han perdido su público entre los
lectores y en sus portales sean más buscados los escándalos
de los poderosos o los enredos de los artistas.
El reciente decreto del gobierno federal para utilizar
una parte de lo concesionado al Grupo México en la red
ferroviaria que privatizó el chicuelo Ernesto Zedillo para
evitar que los pobres viajaran en tren y los automotores
fueran el gran señor que hoy es el que contamina
destruyendo el planeta, fue catalogado por dicho clan muy
bien pagado como: ataque a la propiedad privada y lo que
traerá ausencia en las inversiones.
¡Vaya torpeza ¡
Los 117 kilómetros que utilizará la administración
pública de Ferrosur para terminar sus obras prioritarias en
el sureste no son nada ante los once mil 131 kilómetros
privatizados a Transportes del Grupo México, por el tal
Zedillo que hoy es socio de un consorcio estadounidense de
trenes.
Además, hasta el muy crítico de Andrés Manuel, el ex
ministro José Ramón Cosío, dijo que la medida no era
anticonstitucional, sino que estaba enmarcada conforme a
derecho e incluso que el gobierno pagaría por utilizar las
instalaciones (Aristegui, 23 de mayo).
¿Comunista? ¿ AMLO seguidor de Castro o Hugo
Chávez?
No. Informadores repetidores de lo que alguien les
dicta o no investigan más que con el hígado.
El proyecto que se realiza en el sureste, además, es
prioritario para el TMEC, ya que las mercancías serán más
rápidas para llegar a su destino, en esta época de
relocalización, ya que Estados Unidos está en gravísimos
problemas económicos y va rumbo a la bancarrota (ver
artículo de Jeffrey Sachs, Las guerras de Estados Unidos y su
crisis de deuda en La Jornada 21 de mayo).
Pero como la lucha política que no de clases está
basada en la estridencia, la alharaca a cualquier medida que
los dueños de los medios sientan que no les produce
beneficio a sus amigos y socios, es atacada sin valorarla.
Viri Ríos (Milenio, 22 de mayo) señala correctamente
que hasta en Estados Unidos (2019 en Texas); Inglaterra
(2018 trenes) y España (en Barcelona, instalaciones
desocupadas de banca para vivienda, en 2020) como en
otros países capitalistas hay expropiaciones.
Violeta Vázquez (Sin Embargo, ídem) precisa que
nuestro artículo 27 constitucional (¡oh, defensores de este
texto, por favor revísenlo!) señala tres causas posibles:
expropiación (no que amamos a Lázaro Cárdenas por esta
medida petrolera), ocupación temporal de un bien y causa
de utilidad pública.
Esta última medida llevó a cabo la 4T, y tendrá que
erogar una cantidad temporal a Ferrosur (Cosío dixit), ya
que el angelito de Germán Larrea quería como venta de sus
rieles nueve mil 500 millones de pesos, de un bien nacional
que se lo regaló el antinacional Zedillo.
Así como Larrea eroga por concesiones mineras de más
de cien años, un peso por hectárea. Lo que le ha permitido
ser el segundo hombre más rico de nuestro país.
Esos impresos y sus articulistas muy bien pagados que
hoy saltan, vieron muy positiva la medida de Vicente Fox de
expropiar 27 de 36 ingenios azucareros. Aunque después no
dijeron nada cuando quebraron. Todo el proceso para
enriquecer con dinero público a los pésimos supuestos
empresarios y favorecer a nuevos dueños que no invirtieron
un centavo.
Con Ferrosur y las mineras tóxicas: Pasta de Conchos,
Río Sonora todavía contaminado y contaminando medio
país (incluso con su empresa Cinemex), Germán Larrea
aumentó su fortuna de 2020 a la fecha en ¡149 por ciento!
En tanto Fox y Martita, continúan recibiendo dinero
hasta ahora de los gobiernos de Guanajuato, donde los
feminicidios están cada vez más al alza (Proceso, número
2429; 21 de mayo).
¡El capital privado no se toca!
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@jamelendez44