Jesús Sánchez
Y cuando se disiparon las nubes de humo que dejaron las campañas políticas,
la terca realidad seguía ahí.
Y no dude usted ni tantito que tardaremos todavía un buen rato en ver la
luz al final del túnel.
Parece alegoría de los tremendistas pero no es así.
Algo tan cotidiano como hacer el mandado en el mercado o en el súper nos
estampa con la realidad de que todo está cada vez es más caro, comprar productos
de la canasta básica es un lujo. La pobreza laboral es la que no se detiene.
Es más, pasar por una gasolinería hace que las promesas de campaña suenen a
mal chiste.
Ocurrencias y milagros
Leemos con mucha atención un comunicado que dice más o menos así: “El
Consejo de Salubridad General (CSG) -las siglas son una curiosa coincidencia-
trabaja en el análisis de la implementación de una política nacional
farmacéutica, con la finalidad de avanzar en el cumplimiento de los objetivos
del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 y el programa sectorial que establece
el derecho humano a la salud, el cual incluye medicamentos seguros, eficaces,
accesibles y de calidad.”
No puede uno menos que aplaudir ese párrafo prospectivo, aunque luego nos
damos cuenta que no hay nada.
Desde hace muchos meses el sector salud tiene serios problemas de desabasto
de medicamentos y ya es lugar común que en las farmacias de las clínicas,
medicamentos de uso común simplemente no existen y el paciente, pacientemente
tiene que buscarlos por fuera, no le queda de otra.
Los médicos, enfermeras y personal del sector salud merecen nuestro respeto
porque hacen milagros con poco o casi nada, aunque siguen posponiendo los
tratamientos especializados, ¿hasta cuando?, nadie lo sabe. Pero no se trata de
contar con un sistema de salud que haga milagros sino con una estructura
eficiente, cosa que hoy lamentablemente vemos muy lejos. Y si eso es en las
ciudades, imagine usted en las comunidades alejadas.
IP diluida
Los niveles de desempleo siguen de miedo. Y la industria privada enfrenta
la crisis a costos muy altos y sin apoyo gubernamental, se rasca con sus
propias uñas.
Los empresarios han sido bateados una y otra vez y en Palacio Nacional ya
nadie se acuerda del Plan Nacional de Infraestructura que arrancó entre bombos
y platillos en noviembre de 2019 y que incluía 147 proyectos. Para octubre de
2020 se conoció el tamaño de la aspirina, 39 proyectos que para noviembre del
año pasado quedó en un modesto paquete de 29, de los que no se conoce hoy su
avance.
¿Cuándo fue la última vez que se reunió el presidente de la República con
los empresarios? A Carlos Salazar Lomelín ni lo ven ni lo oyen, le queda un año
al frente el máximo órgano empresarial que pasará sin pena ni gloria.
¿Para qué la pompó?
El asunto de las refinerías es totalmente surrealista. La compra de la
refinería texana Deer Park de Shell Oil Company no tiene ninguna lógica; nos
costó diez veces menos que lo que se está gastando en Dos Bocas, pero Moodys
rebajó la calificación de esa empresa a bonos casi basura.
Por supuesto que existe el riesgo de que Texas determine el cierre de Deer
Park en unos años, mientras México seguirá importando gasolina, nada que ver si
México es el dueño o no. Esa inversión no se justifica, dicen los empresarios
privados y algo saben de eso.
Consentidos, pero…
Las fuerzas armadas siguen siendo dos de las instituciones en las que más
confían los mexicanos, revelaron en marzo sondeos de opinión respaldados por el
Colegio de México. Pero ojo, también el INE tiene muy buen respaldo social, aunque
no incluye al gobierno y su partido, por algo será.
Pero el empoderamiento que le ha otorgado el actual gobierno a las fuerzas
armadas ha derivado en una gran preocupación, la militarización del país.
Son los consentidos del gobierno. Lo tienen todo y no les pichicatean nada.
Lo mismo están en la construcción de aeropuertos como los de Santa Lucía, Tulúm,
así como en la administración de los aeropuertos de Palenque y Chetumal.
Los militares están metidos en la construcción del Tren Maya, edifican
hospitales, tienen el control de la Guardia Nacional dedicada sobre todo a ahuyentar
migrantes centroamericanos; están a cargo de las aduanas y los puertos, de la
construcción de sucursales del Banco Bienestar; vaya hasta siembran arbolitos
en plena temporada de sequía.
Y por si algo faltara, también venden cachitos de lotería de aviones que se
rifan pero que no se rifan y que tampoco se venden.
Más lejos que nunca está el compromiso de regresar a los militares a sus
cuarteles. Los mal pensados creen que existe la idea de comprar un seguro de
lealtad, por si pierden el poder en el futuro inmediato. Eso dicen.
Pero ojo, la encuesta a la que hicimos referencia, ENCUCI 2020, destaca que
pese a la confianza que tiene la población en las fuerzas armadas, una parte
muy pequeña estaría de cuerdo en un gobierno encabezado por militares (16.4 por
ciento, contra 65.2 por ciento que opina que es preferible la democracia).
¿Qué tal, eh?
Columnómetro del Aquiles Baeza
1.- Ricardo Monreal ya no sabe qué
hacer para intentar influir en las elecciones. A una semana de las votaciones,
el líder de Morena en el Senado sugirió otra vez ir un periodo extra para
promover la desaparición de poderes e Tamaulipas y nombrar un gobernador
provisional. La respuesta de PAN, PRI y PRD ha sido el NO.
2.- Póngase el cinturón. Hoy
terminan las campañas, el domingo vienen las votaciones y a partir del lunes 7
de junio, entramos a un ruidoso proceso de judicialización electoral.
3.- Esta semana
en La última y nos vamos de Genaro Mejía, en LinkedIn no
se pierdan el artículo Rebeldía y propósito: cómo saber para qué estás aquí.
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