Cabalgando en el exceso de confianza por la gran aceptación hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador, en el equipo de Mara Lezama, sólo miran que la inconformidad crece, sin activar la operación cicatriz, después de las cuestionadas encuestas.
Más que diálogo, a Mara parece que intentan encerrarla en una burbuja verde.
Su avance hacia la verdadera candidatura y después en la campaña, tendrá dos pesados lastres que influirán en la decisión que tomen los electores el 5 de junio. Electores “mucha pieza”, como le gusta decir al propio López Obrador, que saben decidir alternancias.
El primer pasivo es que se le siga percibiendo como rehén de las ambiciones económico-políticas de Jorge Emilio, quien avanza en convertirse en el verdadero gobernador tras bambalinas, de la aún presidenta municipal de Benito Juárez.
El segundo negativo de la campaña de Mara Lezama, es y será la distancia que pueda y la dejen tomar con respecto al actual gobierno. Es decir, si está dispuesta a cargar con el descrédito de la traición al pueblo, perpetrada con alevosía, por el gobierno que se va loco de contento, con blindaje político y penal.
Son dos definiciones que tomará de aquí al 5 de junio, por omisión o comisión, ya que una campaña que debería ser morena, se ve decolor verde dominante y entregada al gobierno azul-amarillo, lo cual, es la mejor fórmula para no tener buenos resultado en las urnas.
Adicionalmente, el fantasma de la senadora aún morenista, Marybel Villegas, avanza a los brazos naranja, de la mano de Ricardo Monreal y Dante Delgado.
Es de dominio público que la senadora Marybel está en estado de maternidad. Hay quienes piensan que tal condición le impediría hacer una buena campaña; por el contrario, hay quienes sostienen que hay bebés que traen torta bajo el brazo.
Hoy se vive una “calma chicha” en la política quintanarroense; ese ambiente donde parece que no pasa nada; esa inquieta tranquilidad que se respira justo antes de que llegue la tormenta. Mientras tanto, un elector “mucha pieza” tendrá la última palabra.