logo
header-add

Las lágrimas de los libros

por Enrique Herbert C.
25-08-2021

Comparte en

Un verso muy famoso de Virgilio, Sunt lacrimae rerum, et mentem mortalia tangunt, suele salir al paso de quien lee con doble envoltura de sentido según la preposición: hay lágrimas de las cosas y hay lágrimas por las cosas. Ocurre en la Eneida I, 462: Eneas ha regresado a Cartago y en las puertas de un templo a la diosa Juno ve reproducidas escenas de la guerra de Troya donde él peleó; en las imágenes reconoce a amigos, a enemigos, a él mismo. Entonces dice el verso. Van las versiones que tengo a mano. De E. de Ochoa: “También aquí hay lágrimas por las desventuras y conmueven el corazón los infortunios de los humanos”. De A. Espinosa: “Lágrimas hay por nuestras cosas, y almas/ Que ante la muerte y el dolor se inmutan”. De R. Bonifaz Nuño: “Hay lágrimas de las cosas, y lo mortal toca la mente”.

En inglés, de P. Dickinson: “Incluso aquí hay compasión/ por los destinos humanos; …tocados por la suerte común de los hombres mortales”. De R. Fagles: “Incluso aquí, el mundo es un mundo de lágrimas/ y las cargas de la mortalidad tocan el corazón”.

De D. Ferry: “Estas son lágrimas de cosas por lo que fueron/ y por lo que se han vuelto; la historia de la mortalidad de los hombres golpea al corazón”. El verso volvió a salirme al paso. En La liebre con ojos de ámbar Edmund de Waal cuenta la historia de su familia: los Ephrussi, de origen judío, alguna vez tan adinerados como los Rothschild, y grandes coleccionistas. El bisabuelo Viktor Ephrussi tuvo que dejarlo todo en Viena cuando los nazis anexaron Austria en 1938. Perdió sus colecciones. En Inglaterra les contaba a sus nietos sobre el regreso de Eneas a Cartago. Para él Sunt lacrimae rerum aludiría, con claridad, a las lágrimas no por sino de las cosas. Sus colecciones perdidas. Entre ellas una de libros clásicos: la Eneida que los nazis le arrebataron no dejaría de contener el famoso verso de las lágrimas de las cosas; pero (pienso) por ese ejemplar podría hablarse, extrañamente y por una vez, de las lágrimas de los libros.