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Más de lo mismo

por Federico Berrueto
23-04-2021

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Federico Berrueto

 

Hay quien justifica el arribo de Andrés Manuel López Obrador al poder como un buen cauce político para el descontento y desencanto que de otra forma hubiera resultado en rebelión y descomposición social. Muy elaborado el argumento y, particularmente, defensivo. Además, la descomposición va en curso y la rebelión a la ley y a las instituciones se promueve desde la misma Presidencia de la República.

 

La violencia verbal es el signo de estos tiempos. El descontento preexistente ha sido utilizado por el poder para polarizar aún más a la sociedad. Lo más preocupante es que la intolerancia y el encono es el lenguaje del partido en el poder y de su gobierno. Hay voces sensatas y prudentes, pero son anuladas por lo que viene desde la Presidencia. El ánimo de guerra se ha instalado en el poder. No hay enemigo en realidad, pero el Presidente recurre a inventarlo a manera de justificar el sometimiento de los adversarios, el crítico o el independiente.

 

Tres son las bajas de toda guerra: la verdad, la ley y la ética. La mentira y la propaganda se sobreponen a la verdad, a veces en ridículas e hirientes expresiones como eso de que México es ejemplo en el mundo por el manejo de la pandemia, cuando es el país, por mucho, con la mayor tasa de letalidad.

 

La falta mayor del actual gobierno y del presidente López Obrador es su desdén por la ley. Los capítulos son muchos y ahora para justificar la ilegalidad, sea la candidatura de Félix Salgado Macedonio, la extensión de la gestión del presidente de la Corte o las reglas tramposas para beneficiar al partido gobernante, se recurre a ejemplos del pasado, como si la ilegalidad fuera precedente válido, amén de que niega su prédica falsa de que las cosas ya no son como antes.

 

Se ha perdido piso ético en el proyecto político de la 4T. Así es porque la prioridad fue lograr y mantener el poder a toda costa, sin importar los medios. Candidatos impresentables son defendidos desde la Presidencia. Incluso se raya en la crueldad en temas altamente sensibles, como la escasez de medicinas o el reclamo de las víctimas o de las mujeres por la violencia de género existente.

 

El Presidente no solo reivindica el monopolio de la razón sino también el de la indignación, descalificando cualquier reclamo, venga de donde venga. Se arropa en la libertad de expresión, derecho de los ciudadanos, no de las autoridades. También se apoya en la ausencia de contención. Sin duda, le ha dado resultado el uso discrecional de la UIF y la mención abusiva e injuriosa del Presidente a quienes él o los suyos ven como enemigos.

 

El Presidente de siempre ha sido duro, pero en fechas recientes lo ha sido más. ¿Respuesta ante los magros resultados?, ¿sensación de fracaso a la mitad del camino?, ¿reacción preventiva ante una eventual derrota electoral?, ¿qué es lo que realmente ocurre? Cualquiera que sea el desenlace electoral, se anticipa para lo que viene será más de lo mismo. _

 

Federico Berrueto

 

@berrueto