Hay un recuerdo de la niñez que perdura en la memoria de Peter Done: la de una almohada empujada contra su cara.
El culpable era Fred, su hermano cuatro años mayor. Compartieron la misma cama hasta que tuvo 15 años en una casa con dos habitaciones arriba y dos abajo en Ordsall, lo que se conoce como "la favela de Salford" en Reino Unido. Otras dos hermanas también dormían en el mismo cuarto.
"Hasta hoy día la almohada me causa claustrofobia", dice riendo el menor de los Done. "Tal vez yo era un poco insolente y él era más grande que yo".
Pero fue la buena relación con su hermano la que luego sería clave del éxito en su vida. Los hermanos encontraron un escape de la pobreza construyendo un imperio de casas de apuestas, acumulando una multimillonaria fortuna familiar que los mantiene habitualmente en la Lista de Ricos del diario Sunday Times.
Ambos hermanos Done dejaron la escuela a los 15 años sin graduarse.
Sin embargo, encontraron empleo en una cadena de sitios de apuestas en Manchester. Al igual que los pubs, estos negocios prosperaban en zonas pobres. Apenas habían sido declarados legales en Reino Unido en 1961. Había reservas sobre su impacto social y también sobre la moralidad de los juegos de apuestas.
Done administraba un local de apuestas a los 17 años, aunque legalmente no le estaba permitida la entrada.
El dueño valoraba su aptitud en matemáticas. Se encargaba de la contabilidad, calculando mentalmente las apuestas, ganancias y pérdidas.
A finales de la década de los 60, estos eran lugares intimidantes para trabajar, más para un adolescente. Estaban dominados por hombres y el decorado frecuentemente parecía el de una cárcel. Las cosas se podían tornar violentas, especialmente los sábados después de las 3:00 de la tarde, cuando la gente salía de los pubs, recuerda Done.
"No podías mostrar debilidad", cuenta, "porque estos tipos duros reconocerían que eras fácil de zarandear".
Tanto Done como su hermano demostraron una habilidad para administrar estos lugares y para cuando Peter cumplió 21 años en 1967, los dos tenían su local propio. Se lo compraron a un corredor de apuestas retirado por 4.000 libras esterlinas de la época (unos US$100.000 de hoy) -1.000 de las cuales Peter Done había ahorrado como cuota inicial para la compra de una casa con su nueva esposa.
Estuvo satisfecho de tomar ese riesgo porque ya tenía seis años de experiencia en ese tipo de negocio, y siempre pensó que podía administrar un local mucho mejor que sus jefes, si le daban la oportunidad.
A los 21 años aprendió lecciones que todavía valora.
La clave siempre será el servicio al cliente, explica Done, porque eso es lo que trae a la gente de vuelta.
"Nos dirigíamos a nuestros clientes como 'Señor' y en esos días eso no pasaba".
"Si un apostador ganaba en grande, el corredor de apuestas solía arrojarle el dinero y decirle, '¡no vuelvas más', mientras que nosotros le decíamos, 'aquí está tu dinero, ¡disfrútalo!'".
"Quedaban perplejos. Pero nosotros sabíamos que regresarían y con el tiempo el corredor de apuestas siempre gana".
A los hermanos también les disgustaba que los locales de apuestas se vieran como "antros".
"Mejoramos la calidad".
La fórmula resultó exitosa y los hermanos compraron más locales poco a poco, los primeros siendo administrados por sus hermanas, consolidando el negocio familiar. Para mediados de los 1980, había más de 70 locales Betfred.
Recientemente, la clientela de la compañía creció más de 12% durante la pandemia, a medida que las empresas por todo el mundo se apresuraron a actualizar sus políticas de recursos humanos y seguridad, ya sea si se trata de trabajo desde casa, distanciamiento social o reglas sobre la vacunación. A lo largo del tiempo, la apuesta a su carrera parece haber sido acertada.
No obstante, a mediados de los 1980, aunque el futuro del negocio parecía prometedor, las probabilidades de éxito no eran tan claras, y los hermanos tuvieron que tomar una decisión. ¿Quién dirigiría la empresa?
La manera en que decidieron quién se iría de Betfred se hizo de manera fiel al estilo de un apostador, según Peter Done.
"Fred dijo que lanzáramos una moneda, y yo gané, y el dijo 'tú te vas' antes de que yo pudiera decir nada", recuerda con una sonrisa.
Así que Peter Done dejó la gerencia de Betfred en mano de su hermano mayor, aunque sigue teniendo la mayoría de las acciones.