Mauricio Valdes
En esta época que abundan las confusiones derivadas de la
natural ambición electoral, es conveniente precisar, fuera de enredos y
controversias en incremento, que la principal obligación de los políticos es
ponerse de acuerdo y acatar la regulación electoral a tiempo, antes que se
desborde el ánimo de sus seguidores y opositores.
De lograrse acuerdos y se respeten, esperemos que cuando
llegue el 7 de junio, se hallan resuelto las diferencias. Cada quien asuma su
responsabilidad para saber reconocer los resultados, con la aplicación oportuna
y certera de la ley por parte de las autoridades electorales.
Se puede criticar el proceso electoral cuando se abusa
impunemente del poder público, cuando observamos que se ocupa en las campañas a
los servidores públicos, cuyos sueldos son pagados con nuestras contribuciones,
y se viola flagrantemente la ley con absoluta impunidad. Desde una perspectiva
democrática es de esperarse que nuestros gobernantes, así como los políticos
asuman su responsabilidad para resolver esas controversias respetando el voto
libre y secreto.
Aunque parece que algunos están perdidos, vuelan como abejas
sin reina. El voto nos iguala a todos los ciudadanos, ricos y pobres,
ilustrados o no, por lo que resulta absolutamente indispensable sea respetado a
cabalidad. Eso es lo que esperamos en medio de la transición que vive el país,
principalmente en el Estado de México.
Por más que he visto mensajes electorales, parece que lo
único claro es la confusión de esos mensajes. Las propuestas son secundarias,
es la guerra, unos contra otros. En mi opinión esta circunstancia demanda una
mínima dosis de coherencia por la responsabilidad entre los políticos.
La elección es una consulta directa a los ciudadanos, por
encima de políticos irreflexivos, de una vanidad ilimitada, que generan un
ambiente en el que proliferan, entre otros, incautos y narcisistas, que quieren
destacar a pesar de su trivialidad.
Elecciones hay casi en todos los países, sin embargo, aquí
parece que a algunos les va la vida en esta elección, por el denuedo con que
luchan por ganar un espacio.
El resultado puede ser cualquiera, nos guste o no, como pasó
cuando el Partido Nazi un 5 de marzo de 1933 logró un triunfo contundente de
pronósticos reservados. Porque las elecciones se parecen a los sorteos de la
lotería vuelven a jugar todos los números.
Si es posible que alguien nos escuche, debemos hacer un
llamado para evitar, o al menos resolver, aplicando la ley por las
irregularidades probadas, que obligarían a anular y repetir elecciones en
algunos distritos o municipios.