El Tantra, es una filosofía de vida, nació hace siglos en Oriente, es un conjunto de técnicas de autorrealización, que ayuda a mirar con respeto y veneración a todos y a todo, abre el corazón y aumenta la conciencia de quien lo practica en su verdadera esencia.

Por ello es difícil explicar realmente que es el Tantra con palabras, porque es puro sentimiento, es un sí a la vida, es parte de ti y del todo, es el camino del corazón, un sendero hacia la libertad profunda del Ser y lo sagrado.

Respecto a lo sexual, hay una gran equivocación respecto al tantra, no son técnicas sexuales para nada, el tantra no busca el sexo, ni el placer, honra al cuerpo y al sexo como algo sagrado porque son parte de la vida misma, que es muy distinto, el tantra nos brinda caminar hacia el sendero del éxtasis, solo desde la entrega y el corazón y un corazón vibrante podemos llegar a este destino.

Por eso el Tantra es el camino de los verdaderos amantes, sus enseñanzas les guía hacia la conexión de sus almas, les ayuda a amarse con presencia cada instante, no solo en la intimidad si no en cada momento de la vida, es un acto de reverencia a la vida misma, que te hace sentir en unión y plenitud estemos solo con nosotros mismos, o en pareja. Nos ayuda a despertar y descubrir que la energía se transforma, si somos capaces de dirigirla podemos manejar nuestra vida.

¿Qué nos aporta el Tantra?

Autorrealización y mayor consciencia.

Compromiso y coherencia.

Técnicas de limpieza energética.

Valores esenciales.

Honrar lo masculino y lo femenino dentro y fuera de nosotros.

Estar presentes en el aquí y ahora.

Respiración consciente.

Recuperar la inocencia, valorar y respetar a nuestro cuerpo.

Vivir agradecidos.

Ser responsables de nuestra vida.

Hacer el amor con amor, sin expectativas ni dependencias.

Ser sensibles al dolor y a las necesidades propias y ajena.

Emocionarse fácilmente, y dejar que las lágrimas recorran tu rostro en un sentimiento profundo de unidad, no sólo con la pareja sino con la humanidad entera.

Es hacer el sexo con el corazón, sin prisas, acariciando el alma antes que la piel.

Es desapego total, vivir en el momento presente, no buscando nada, ni siquiera el orgasmo, desde la presencia y el amor llega el gozo más sublime.

Valorar más la vida y a las personas.

Conocer y manejar sabiamente nuestra energía y nuestras emociones.