Azucena Uresti
En su artículo del 23 de enero, “Trump es un narcisista paranoide ¿qué hacer?”, Azucena dijo que “Donald Trump solo quiere a Donald Trump, y por ello la relación con el expresidente Andrés Manuel López Obrador no fue tan agresiva, pues era reflejo de su propia personalidad”.
Carlos Marín
El 21 de enero Marín difundió en Milenio la columna “Trump, el otro yo de López Obrador”. Para el articulista, AMLO y Trump, “ideológicamente opuestos, pero sin duda carismáticos, comparten características extralógicas que los mueven a comportarse como si hubiesen sido bordados a mano y estuvieran destinados a trascender como nadie más en la historia universal”. O sea, dos narcisistas. Según Marín, el expresidente mexicano y el actual presidente de Estados Unidos son “megalómanos, redentoristas, populistas, nacionalistas exacerbados, se conducen como iluminados…”.
Sergio Sarmiento
Ayer, en Reforma Sarmiento dijo que “Trump es como López Obrador: acepta solo las leyes y tratados que le convienen”. Eso, aceptar solo lo que conviene, es una característica del trastorno de la personalidad narcisista.
Carlos Loret de Mola 2016
El 19 de octubre de 2016 en Televisa, en el noticiero que conducía Loret, este organizó una mesa de debate para demostrar que entre AMLO y Trump había similitudes. Participaron los periodistas Marco Levario, de Etcétera, y Álvaro Delgado, entonces reportero de Proceso, y el caricaturista Francisco Calderón, de Reforma.
Delgado dijo que la comparación le parecía propia de la pereza y la deshonestidad intelectuales, y de inmediato Levario y el monero Calderón se calificaron a sí mismos como intelectualmente deshonestos y perezosos porque veían idénticos a Trump y a López Obrador. A ambos políticos los describieron como narcisistas.
Loret de Mola 2018
En 2018 Loret escribió en El Universal: “Parece que hace falta que un periódico extranjero lo señale de manera contundente para que le demos el golpe en México. El diario The Washington Post dedicó su editorial institucional—el que firma el consejo editorial— a hablar de Andrés Manuel López Obrador. En su edición impresa lo tituló: El peligro del Trump mexicano. En la edición digital apareció como: El posible presidente mexicano es muy parecido a Trump. Eso no quiere decir que se llevarían bien”. Loret añadió que ese diario se había quedado corto en la comparación.
Denise Dresser
Ayer, en Reforma, Dresser incluyó a Claudia Sheinbaum en la comparación. En su texto “Trumpismo 4T” dijo que “lo más sencillo es catalogar al trumpismo antidemocrático como algo excepcional, aberrante e irreproducible, cuando no es así. AMLO, Claudia Sheinbaum y el morenismo han tenido y siguen defendiendo comportamientos análogos. Trump amamanta a sus seguidores con acciones, decisiones y visiones peligrosas. En México el gobierno pasado y el actual comparten códigos del populismo autoritario”.
Atypical Te Ve
El 20 de enero Carlos Alazraki presentó en uno de sus videos el análisis de Sara Dulché, quien habló de las similitudes narcisistas entre Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador.
BBC
En junio de 2018 bbc.com habló de “las sorprendentes similitudes entre López Obrador y Trump ”. Se decía ahí que, en privado, Trump llamaba a Andrés Manuel Juan Trump, y en el reportaje se citaba a un asistente de Barack Obama: “Trump mismo ve un poco de su ser renegado en AMLO”.
Narcisismo
El trastorno narcisista de la personalidad está en la esencia de las numerosas comparaciones que, desde hace años, se han hecho entre AMLO y Trump —ahora, como hemos visto, injustamente se incluye a Claudia Sheinbaum—. Vemos lo que tal trastorno significa —cito un estudio de la Universidad de Buenos Aires—:
- El narcisista tiene tendencia a aprovecharse de los otros para sus propios intereses.
- Experimenta un grandioso sentido de autoimportancia: exagera logros, capacidades.
- Se siente especial.
- Está preocupado por fantasías de éxito ilimitado.
- Exige una atención o admiración excesiva.
- Es pretencioso.
- Carece de empatía.
- Envidia a los demás y cree que los demás lo envidian a él.
- Reacciona a las críticas con rabia.
Esa es una descripción perfecta de Donald Trump, pero no puede aplicarse totalmente a AMLO: el expresidente de México no cumple todas las nueve características del narcisismo, ya que claramente jamás ha sido alguien que busque aprovecharse de las otras personas. Desde su juventud, si algo ha hecho Andrés Manuel ha sido luchar por el bienestar de la gente más pobre. Quien conozca su biografía estará de acuerdo con lo que estoy diciendo.
Por su parte, Claudia Sheinbaum, quizá por ser mujer no tiene ninguna de las características del trastorno de la personalidad narcisista. No reacciona con rabia ante las críticas. No envidia ni cree que nadie la envidie. Es empática, como toda madre de familia responsable con sus hijos. Está muy lejos de ser pretenciosa. La presidenta de México jamás ha exigido admiración. Claudia no se deja seducir por fantasías. No se siente única. No exagera sus logros —en su gabinete sobran personas mareadas por el poder prestado, pero la que presta ese poder, Sheinbaum, está bien ubicada—. Nunca se ha aprovechado de nadie.
Lo único narcisista que quizá haya en la biografía de Claudia surgió por exigencia de sus responsabilidades políticas cada día mayores: cuidar más su imagen personal de lo que acostumbraba cuando era científica en la UNAM. Es lo que se conoce como narcisismo sano: sin lujos ni excentricidades cuidar el peinado y la vestimenta procurando proyectar lo que la gente espera de su gobernante, sobre todo si es mujer: amabilidad y distinción. Creo que Claudia solo empezó a ser su propia prioridad —y solo durante un breve periodo al empezar cada día— cuando el ascenso político le obligó a cambiar su arreglo del cabello y su atuendo.
Entiendo que gente de la comentocracia, como Denise Dresser, haya decidido incluir a Sheinbaum en las numerosas comparaciones entre López Obrador y Trump. El periodismo político hace política y, en este caso, lo que se busca es perjudicar a Claudia, como se ha querido dañar a AMLO al decir que es idéntico al presidente de Estados Unidos.
Es verdad, AMLO y Trump se parecen en muchos aspectos de sus personalidades, sin duda narcisistas, pero del tabasqueño jamás se podrá decir que se haya aprovechado de nadie.
Por supuesto, meter a Claudia en tales comparaciones son solo ganas de grillar. Porque ella de ninguna manera es narcisista. O no lo es el sentido negativo de la palabra. El suyo es narcisismo sano que no daña a nadie: arreglarse un poco cada día, y nada más, lo que no hace por vanidad, sino por respetar el cargo. Los dos últimos que ha tenido Sheinbaum no han sido menores: la jefatura de gobierno de una de las ciudades más importantes del mundo, y la presidencia de la grandiosa nación llamada México.