En el hemisferio norte, los días del final de la primavera y comienzo del verano son considerados los más felices del año. Se habla, incluso, del "Yellow Day" para referirse al 20 de junio.
Al contrario, el "Blue Monday" —tercer lunes de enero, pleno invierno—se le llama el "más triste del año".
Pero lo cierto es que estos días de "felicidad" y "tristeza" dejan de lado los componentes más importantes para cuantificar estos estados: los mecanismos internos y subjetivos de las personas.
¿Se puede ayudar a las personas a aumentar su felicidad? ¿Cómo se podría fomentar el bienestar subjetivo? ¿Por qué los hallazgos sugieren que los programas de entrenamiento mental ayudan a mejorar el bienestar psicológico?
Un artículo publicado en la revista Frontiers in Psychology evaluó el bienestar subjetivo analizando la efectividad del entrenamiento mental para ayudar a desarrollar nuevas formas de nutrir nuestra propia felicidad.
La sensación de felicidad se ha conceptualizado como el bienestar experimentado por las personas, tanto en pensamientos como en sentimientos.
Desde los primeros estudios, el bienestar subjetivo se ha definido como la forma en que los individuos experimentan la calidad de su vida en tres aspectos mentales diferentes. Eso sí, interrelacionados.
Estos son: el afecto negativo poco frecuente, el afecto positivo frecuente y las evaluaciones cognitivas de satisfacción con la vida en varios dominios (salud física, relaciones y trabajo).
Aunque la definición de felicidad tiene una larga historia y se remonta a argumentos filosóficos y a la búsqueda de la sabiduría práctica, en los tiempos modernos se ha equiparado al hedonismo.
El hedonismo se basa en el logro del placer inmediato, en la ausencia de afecto negativo y en un alto grado de satisfacción con la propia vida.
En psicología, esta postura se apoya en la teoría de la motivación humana de Maslow.
El programa mencionado para entrenar el bienestar subjetivo fue, esencialmente, un entrenamiento informado y suave de la mente, y en particular de las emociones.
Estuvo basado en el principio de que el bienestar individual está indisolublemente ligado al desarrollo de las virtudes y fortalezas humanas internas.
Como el equilibrio emocional, el yo interno, conciencia, una actitud abierta y solidaria hacia uno mismo y los demás.
Hasta la fecha, la evidencia sugiere que la felicidad es, en cierta medida, modulable y entrenable.
Por lo tanto, las estrategias cognitivas y conductuales simples que los individuos eligen en sus vidas podrían mejorar la felicidad, más que las condiciones externas y ambientales que proponen el Yellow day.