La actividad política y la vida social se han venido degradando desde hace tiempo en San Luis Potosí.
Hemos presenciado hechos insólitos que dan cuenta de ello.
La “Ecuación Corrupta” dejó a la vista una red de corrupción en la que estaban vinculados algunos diputados y personal de primer nivel de la Auditoría Superior del Estado: se blanqueaban cuentas públicas municipales a cambio de un moche millonario.
En la etapa final del sexenio del panista Marcelo de los Santos Fraga, el Congreso del Estado le autorizó contraer un crédito de mil 500 millones de pesos, cuyo ejercicio se ejecutó en absoluta opacidad.
La ciudadanía suele atestiguar ese tipo de hechos desde lejos, pocos reclaman, pocos denuncian y muy pocos exigen respeto a la ley.
Durante la administración de Fernando Toranzo Fernández, las aeronaves del gobierno eran utilizadas por familiares y amigos del ejecutivo para hacer viajes de compras o a divertirse en sitios turísticos. Hubo casos de desvío de recursos públicos destinados al combate a la pobreza.
Con Juan Manuel Carreras López, se esperaba mucho dada su trayectoria y su perfil académico, pero salió gris y llevó al gobierno a un ritmo somnoliento; no deja obra alguna de trascendencia.
Y la sociedad no reacciona.
Mientras otras entidades vecinas avanzan a buen ritmo, San Luis Potosí camina como un reumático.
Nos abruma una realidad muy dañina porque hay otros elementos de degradación.
Por ejemplo, hay un crecimiento notable de la violencia familiar, lo que se traduce en cientos de víctimas inocentes.
Los robos a negocios y casa habitación son consistentes entre los delitos de mayor incidencia, lo mismo que el narcomenudeo, el secuestro y la extorsión.
Ni se digan las escalofriantes cifras de homicidios, feminicidios, desaparición forzada de personas, fraudes y otros delitos de alto impacto.
En lo político, en el pasado proceso electoral se concretó una alianza tan inédita como inexplicable: PAN, PRI y PRD se unieron pese a sus enormes diferencias ideológicas, lo único que los vinculó fue la ambición.
El sexenio de Carreras López cierra en un ambiente de ingobernabilidad: bloqueo de carreteras y avenidas por parte de grupos de protesta que el gobierno fue incapaz de resolver. Tres días seguidos de bloqueos a vialidades con la afectación directa a miles de personas, comercios y empresas.
Todo parece estar mal. Hay un fenómeno de degradación y urge rescatar a San Luis Potosí del hoyo en el que ha caído.
Está por arrancar el nuevo gobierno con José Ricardo Gallardo Cardona, lo cual no necesariamente es una solución.
El empuje de la sociedad es fundamental, porque la experiencia nos dice que los gobernantes, al asumir el poder, olvidan buena parte de lo que prometieron.
Esta vez, es necesario que la gente levante la voz. No se puede permitir perder más años en el estancamiento.