logo
header-add

'Un mojado en Chicago', un libro para reivindicar la cultura mexicana

por Enrique Herbert C.
22-07-2021

Comparte en

José Ángel Navejas cruzó la frontera entre México y Estados Unidos por el lado de Tijuana, hacia 1992.

Apenas iba a cumplir los 20 años de edad, pero las necesidades económicas le orillaron a tomar tal decisión, por lo que por su cabeza no pasaba la idea de convertirse en escritor o en estudiar, porque venía de una familia de muy bajos recursos, en la que nunca nadie había terminado la secundaria: ahora cuenta con un doctorado en Estudios Hispánicos de la Universidad de Illinois. 

“Nunca me imaginé en convertirme en escritor, porque yo venía a lavar trastes, a limpiar baños, a trabajar en fábricas… venía con esa tradición del migrante, ya establecida desde 1993, sobre todo por la comunidad mexicana en Chicago, que por lo menos tiene 100 años y, aun cuando es una ciudad muy mexicana, al llegar me di cuenta que debía aprender inglés: eso para mí fue fundamental desde el principio, si quería valerme por mi propia cuenta”. 

Esa historia la narra en el libro Un mojado en Chicago y cuatro discursos inaugurales, publicado por Katakana Editores, en donde comparte los desafíos que debió enfrentar y superar para lograr su desarrollo académico, en especial tras tomar la decisión, desde sus primeros años en territorio estadunidense, no sólo de estudiar inglés, sino de inscribirse en un colegio comunitario, en donde tomó una materia de introducción básica a la filosofía y todo cambió.

“Lo que ocurrió después es que tuve la osadía de presentarme en un colegio comunitario. Me pusieron en los grados más básicos, pero me pasó que una de las materias optativas que tomé fue una de introducción básica a la filosofía: ese fue un momento que marcó toda la diferencia, porque marcó mi vida, comencé a ver al mundo de una manera diferente.

“Desde ese entonces, mi vida cambió por completo, porque si bien había venido a Estados Unidos con la idea de hacer un poco de dinero y regresar a casa en algún momento y abrir mi propio negocio, construirle un segundo piso a la casa de mi mamá, dejó de ser una prioridad para mí: lo que quería era tener más tiempo para leer”.