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Columna San Luis Potosí

por Redacción
06-12-2022

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El Consejo Directivo Universitario no se ha pronunciado sobre el incumplimiento de Gobierno del Estado del Convenio de Colaboración para el Apoyo Financiero, en el que la administración estatal se compromete a entregar mes con mes, asignaciones presupuestales que suman un pasivo próximo a 170 millones de pesos.


Es el órgano colegiado de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y ahí están representadas sus escuelas y facultades por medio de sus directores, así como por consejeros maestros y consejeros alumnos.


Las decisiones que toma la institución no son únicamente del rector Alejandro Javier Zermeño Guerra, sino que tienen origen en las determinaciones colegiadas que se someten a votación de su pleno.


Si bien hasta el momento el rector parece haber decidido no entrar en confrontación con el gobernador José Ricardo Gallardo Cardona, la exigencia de que las asignaciones sean entregadas en tiempo y forma, cae también en la responsabilidad del Consejo.


Se trata del problema de mayor envergadura que ha enfrentado la institución y los personajes de primer nivel como académicos, investigadores y ex rectores, tampoco se han mostrado en apoyo a su universidad.


Figuras en el plano político y en los tres niveles de gobierno que son egresados de la universidad han permanecido en silencio, desde sus tribunas en cargos de representación popular o en organismos de la sociedad civil, podrían decir algo y, sin embargo, no ha sido así.


Los sindicatos Administrativo y Académico, no han externado un respaldo público.


Las y los estudiantes, representados en la Federación Universitaria Potosina también están recluidos en el silencio y la inmovilidad.


Incluso, buena parte de las y los universitarios que, por su profesión o liderazgo en ciertos temas, colaboran en medios de comunicación con sus artículos de opinión, no tocan ese asunto de alta trascendencia.


Está a la vista una falta de solidaridad mayúscula ante la necesidad de arropar a la universidad en tiempos difíciles.


El adeudo del gobierno estatal y las constantes declaraciones tan frívolas como injustas del mandatario, se comentan y hasta llegan a indignar a la comunidad universitaria, pero no pasan del comentario de pasillo o mesa del café.


Se susurra en la conversación como para que nadie escuche nada, no se vayan a enterar en palacio de gobierno; se diseminan mensajes de texto en WhatsApp y se comparten puntos de vista por teléfono celular, pero nadie dice tenemos que hacer algo.


Bien visto, el rector está solo ante el gobernador en una situación dispareja y desproporcionada por fuerza y tamaños de poder y representatividad.


El doctor Zermeño sostiene una actitud de prudencia, excesivamente mesurada, quizás porque no ve iniciativas de inconformidad más allá de los muros del edificio central.


Que en lo personal reciba apoyo no es suficiente, hace falta llevarlo al plano de la opinión pública para que esta se entere y con ello el gobernador vea que la universidad no está.