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Cuentas falsas derriban las palomitas azules

por Redacción
13-11-2022

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El recién lanzado servicio premium de Twitter, que otorga las palomitas azules de “verificado” a cualquiera que pague 8 dólares al mes, no estuvo disponible el viernes después de que la red social se viera inundada por cuentas impostoras aprobadas por la propia compañía.

Es el golpe de timón más reciente en el servicio, donde la incertidumbre se ha convertido en algo habitual desde que el multimillonario Elon Musk tomó el control de la plataforma hace dos semanas.

Antes de comprar Twitter, la palomita azul se le daba a las cuentas de entidades gubernamentales, empresas, celebridades y periodistas verificados por la plataforma, precisamente para evitar la suplantación. Ahora, cualquier persona que cuente con un teléfono, una tarjeta de crédito y esté dispuesta a pagar 8 dólares al mes puede obtener una palomita azul.


Suplantan cuentas de Tesla y SpaceX

Una cuenta impostora que se hizo pasar por la farmacéutica Eli Lilly y se registró bajo el nuevo sistema de Twitter Blue publicó que la insulina sería gratuita, provocando que la verdadera compañía, con sede en Indianápolis, tuiteara una disculpa.

Nintendo, Lockheed Martin e incluso las propias compañías de Musk –Tesla y SpaceX– también fueron víctimas de cuentas falsas, así como varios deportistas profesionales y figuras políticas.

Para los anunciantes que suspendieron su publicidad en Twitter, las cuentas falsas podrían ser la gota que derramó el vaso: la inestable administración de Musk en la plataforma –despidió a la mitad del personal– genera interrogantes sobre su supervivencia.

Las cuentas de impostores pueden causar enormes problemas, incluso si son eliminadas rápidamente, pues han creado un “enorme riesgo de reputación para la colocación de inversiones publicitarias en la plataforma”, comentó Lou Paskalis, veterano ejecutivo de mercadotecnia y medios de comunicación y ex director de medios de comunicación globales de Bank of America.

Agregó que con las cuentas falsas “verificadas”, “surge una imagen de una plataforma sumida en el caos en la que ningún profesional de los medios de comunicación arriesgaría su carrera al seguir haciendo inversiones publicitarias, y ningún aparato de gobierno o alto ejecutivo aprobaría si lo hiciera”.