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La paz, el compromiso, el juicio y hasta la suerte

por Eduardo Ibarra Aguirre
03-08-2022

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La humanidad está al borde de una catástrofe nuclear y se enfrenta actualmente a un nivel de peligrosidad que no se veía desde los momentos más críticos de la Guerra fría (12 de marzo de 1947-26 de diciembre de 1991). Lo anterior no lo dice el utópico redactor, sino lo postula el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, durante la décima Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), de los 191 países firmantes.


El portugués Antonio Guterres explicó su alarmista concepción que todo indica forma parte de su estilo discursivo casi para cualquier tema global que aborda, en los siguientes términos: Hoy, la humanidad está a un malentendido, a un solo error de cálculo de la aniquilación nuclear. Hemos tenido una suerte extraordinaria hasta ahora. Pero la suerte no es una estrategia ni un escudo para impedir que las tensiones geopolíticas degeneren en conflicto nuclear.


Suerte, según la Real Academia de la Lengua Española es, entre otras cosas, “1. F. Encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual. La suerte me trajo a este país. 2. f. Circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede. Juan tiene mala suerte.” Que cada quien saque sus propias conclusiones.


Tras destacar Guterres de Oliveira, de origen socialista, los conflictos desde Medio Oriente a la península de Corea y la invasión rusa a Ucrania, pidió que el mundo se deshaga de sus armas nucleares, ya que es la única garantía de que nunca se utilizarán. Sin duda que es la mejor y mayor garantía, pero las posturas maximalistas con frecuencia alejan de los objetivos sociopolíticos que se persiguen, incluso pueden distanciar al mundo de la que podría llamarse la paz radical, aunque buena parte del origen de las guerras tienen que ver con el hegemonismo milenario, la desigualdad, las injusticias y el dinero.


Para el político, ingeniero físico, profesor portugués, nativo de Lisboa y que encabeza la ONU desde el 1 de enero de 2017, “Con 13 mil armas nucleares en los arsenales, hasta ahora el orbe evitó el error suicida de un conflicto nuclear gracias a una combinación de compromiso, juicio y suerte, pero eso puede cambiar”.


Mas lo importante es la coyuntura en que lo plantea –no tanto el tono muy alarmista que puede inducir al miedo, a la desmovilización de los pacifistas de los cinco continentes–, en la víspera del aniversario del innecesario y criminal lanzamiento por Estados Unidos de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, Japón, cuando este gobierno estaba rendido. Tiene razón Antonio Manuel cuando asegura desde la Ciudad de Nueva York, sede de la ONU, que “la humanidad está olvidando las lecciones de aquellos terroríficos fuegos”.


Como bien apuntó el presidente ruso Vladimir Putin en una carta enviada al encuentro, “en una guerra nuclear no puede haber ganadores y nunca debe desencadenarse”, y que su gobierno y país se mantienen fieles a la letra y el espíritu del TNP y siguen comprometidos a cumplir con todas sus obligaciones.


            En efecto, no habrá ni vencedores ni vencidos, tampoco sobrevivientes. Y no se requieres del uso del arsenal nuclear que acumulan, las 13 000 armas, Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Gran Bretaña, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte para aniquilar a la humanidad, pues con muchas menos que las disponibles pueden sacar a la Tierra de su órbita y consumar la obra más demencial y antihumana que pueda existir.