logo
header-add

Por qué se piensa que el alcohol es relajante y de dónde surgió esa idea equivocada

por Redacción
01-02-2022

Comparte en

Después de un día largo y estresante, me encuentro sentado a menudo con una cerveza o una copa de vino.

Rituales como estos son la señal de que la jornada laboral ha terminado y que ha llegado el momento de la diversión y la relajación.

El problema es que con el tiempo esta forma de beber no funciona.

El consumo regular (y excesivo) de alcohol está asociado con la depresión y la falta de sueño.

Y las investigaciones muestran que también puede aumentar los niveles de ansiedad a largo plazo.

Sin embargo, la idea de que el alcohol es relajante sigue siendo un poderoso mito.

Hay evidencias que sugieren que muchas personas comenzaron a beber más durante la pandemia de covid-19 para intentar relajarse.

Profundizar en la historia del alcohol puede ofrecer algunas ideas sobre por qué ha prevalecido este mito.

A lo largo de la historia, el alcohol se ha utilizado con frecuencia con fines medicinales y se considera que tiene muchas propiedades útiles, incluso como antiséptico y anestésico.

He estudiado cómo los exploradores del siglo XIX y principios del XX usaban la bebida.

Observar el comportamiento de los viajeros puede arrojar luz sobre la comprensión científica y médica del alcohol.

Porque, en una era anterior a los ensayos clínicos, los escritores médicos recurrieron a las narraciones de los exploradores para recabar pruebas sobre los efectos en la salud de diferentes alimentos y bebidas.

Por lo tanto, sus escritos pueden ayudarnos a conocer los enfoques anteriores sobre el alcohol y la salud.

De hecho, muchos exploradores victorianos del Ártico bebían un vaso de ron "para calentarse" al final de un largo día en trineo.

Decían que les ayudaba a dormir, a relajarse y a aliviar las tensiones.

También los viajeros británicos en el este de África bebían a menudo pequeñas cantidades de alcohol al final de un día de viaje.

Lo consideraban una "medicina" útil que los ayudaba a lidiar tanto con los efectos de la fiebre como con las tensiones emocionales del viaje.

En una guía de consejos para viajes publicada en 1883, George Dobson, un cirujano del ejército británico, aconsejó que en climas cálidos "el trabajo continuo, como el de los deportistas y los viajeros, no se puede mantener por mucho tiempo sin la ayuda del consumo ocasional y sensato de alcohol".

Inicialmente y en pequeñas dosis, el alcohol parece actuar como un estimulante, ya que hace que el corazón lata más rápido, y da más energía.

Sin embargo, pronto actúa como un depresor, inhibiendo la acción del sistema nervioso central, lo que ralentiza los tiempos de pensamiento y reacción.

Estos efectos sobre la salud fueron particularmente importantes en la medicina de principios del siglo XIX, ya que algunos médicos teóricos veían el cuerpo como un sistema que debía mantenerse en equilibrio.

Y los estimulantes o depresores se consideraban una forma importante de restablecer el equilibrio si alguien no se encontraba bien.

Con el tiempo, estos puntos de vista se volvieron cada vez más impopulares entre los científicos y los médicos, y fueron reemplazados por teorías de la enfermedad que buscaban determinar las causas de infección más específicas.