Cada vez las opciones para pedir asilo se reducen, y el muro fronterizo de EE.UU. se ha vuelto más alto, más largo y más vigilado, muchos se ven empujados a buscar puntos débiles o alternativas.
Una opción es intentar cruzar por el mar, una vía que siempre ha estado ahí pero que no muchos se atreven a tomar. Incluso un "pollero" que se ha dedicado a llevar a indocumentados desde hace décadas dice que
prefiere no arriesgarse.
La valla que divide a México y EE.UU. se hace pequeña y oxidada cuando toca el mar del Pacífico entre Tijuana y la ciudad estadounidense de San Diego.
Grupos de migrantes se reúnen en este punto que han llegado de otras partes de México, Centroamérica, el Caribe -e incluso Europa y África- y que observan que el "sueño americano" está tan cercano.
Llegar a las costas de California no es el fin del peligro, sino el punto más crítico del viaje, el agua de esta franja oceánica es fría, influenciada por las corrientes de Alaska. En invierno llega a descender hasta los 2 ºC.
"El principal peligro es que no sepan nadar. Porque la gente que los lleva ni les advierte", dice Gustavo, quien se dedica a cruzar gente.